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Tres apuntes para abrir la semanaY ahora, la amnistía. En medio de la tormenta por el caso Koldo y con las miradas puestas en la presidenta del Congreso, Francina ... Armengol, y su cada vez más complicada continuidad en el cargo, socialistas y Junts están a punto de llegar a un acuerdo sobre la ley de amnistía. En realidad, se trataría de un acuerdo para retocar el texto que habían presentado los socialistas y que al partido de Puigdemont le pareció escaso. Por si fuera poco, llegó el Supremo y decidió que sí había motivo para abrir una causa contra el líder de Junts por presunto terrorismo, de manera que esa amnistía, si finalmente sale adelante, deberá resolver ese entuerto para los independentistas. Sobra decir que el PSOE, que atraviesa su peor momento, no tendrá en la amnistía un balón de oxígeno, sino todo lo contrario, pero también es evidente que no le queda otra que sacar adelante la amnistía para evitar un adelanto electoral. Junts lo sabe y saca tajada de la debilidad de su aliado, pero es que tampoco está el partido de Puigdemont como para permitirse ahora que España va a las urnas y ver cómo se esfuma la posibilidad de un perdón absoluto a su jefe de filas y al resto de implicados. Será, por tanto, la amnistía de dos partidos muy debilitados, pero que hacen de su extrema necesidad su interesada 'virtud'.
El ministro más agresivo. Óscar Puente tuvo su particular día de gloria cuando subió a la tribuna y puso de vuelta y media a Alberto Núñez Feijóo. Más allá del contenido y de las formas, hay que reconocer que fue una jugada hábil de los socialistas, que dejó descolocado al PP y a su líder. Después, Puente fue recompensado con una cartera ministerial. Desde entonces, se ha mantenido como uno de los arietes del Gobierno contra la oposición, un perfil desde luego muy poco institucional. Creo que se equivocan en Moncloa y en Ferraz si piensan que con esas formas van a recuperar el tono y salir del atolladero en que se encuentran.
Histeria futbolística. El sábado, el árbitro que pitaba el partido entre el Valencia y el Real Madrid cometió un error de bulto, de esos que seguramente se enseñarán en las academias de arbitraje cuando toque la lección titulada 'Cosas que nunca hay que hacer'. Pero una cosa es una cosa y dos son dos. Lo digo porque el dramatismo, e incluso la histeria, con que se ha interpretado el asunto están fuera de lugar, en especial porque abonan el terreno para una violencia dialéctica que, a las primeras de cambio, se transforma en física. En ese partido un futbolista sufrió una grave lesión y eso sí que es dramático. Lo otro, siendo relevante, es anecdótico.
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