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Arranca la campaña de las elecciones europeas y lo hace con sensaciones encontradas: posiblemente pocas veces como en esta ocasión la Unión Europea se esté ... jugando tanto y pocas veces también el riesgo sea que el desinterés general por el proyecto comunitario haga que tengan un protagonismo muy relevante en los resultados precisamente de quienes cuestionan la propia continuidad de la UE.
Si miramos al exterior, esa paradoja es aún mayor, pues la UE es el espejo en el que se miran otros continentes. Lo digo porque ya quisieran los países integrantes de la OUA africana contar con una estructura como la europea, y lo mismo cabe decir de Latinoamérica, pues los diversos experimentos transnacionales, ya sean centrados en el norte, el centro o de arriba a abajo, e incluso los que cuentan con España, han ido perdiendo influencia y, sobre todo, se han quedado como estructuras arcaicas.
La UE tuvo razón de ser tras las dolorosas experiencias de dos guerras mundiales con epicentro en Europa. Fue algo realmente prodigioso que países que fueron enemigos, como Francia y Alemania, tuviesen altura de miras como para caminar de la mano. Pero la cosa se fue torciendo a medida que la UE crecía y se olvidaba de que a los ciudadanos hay que enseñarles las bondades del proyecto, que son muchas, porque solo se aprecia aquello que se conoce.
Ese déficit hizo que saliesen los británicos, quizás un Estado que nunca debió haber entrado, máxime cuando, ante un paso trascendental como fue la creación de una moneda única, optó por quedarse fuera. En el capítulo de los errores también hay que incluir la celeridad con que la UE se expandió hacia el Este tras la caída del Muro de Berlín. Lo estamos viendo ahora, con algunos gobiernos que -seamos sinceros- añoran el control hegemónico de Moscú y no se sienten a gusto con el espacio de derechos y libertades que conlleva ser miembro de la UE.
Todo eso está en juego en unos comicios donde compiten por el voto formaciones políticas abiertamente anticomunitarias. Y no hay que mirar muy lejos para encontrarlas: no es algo exclusivo de Francia, Países Bajos, Italia o Alemania... repasemos algunos discursos del fin de semana pasado o del miércoles en el Congreso de los Diputados y ahí encontraremos esa tesis contraria a la UE.
Combatir todo eso es el gran desafío del 9J. Pero ojalá no sea tarde. Depende de todos, porque a todos nos afectará -y nos perjudicará- si la UE se va por el sumidero.
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