Y de repente, una consulta

Me refiero a la intención del BBVA de hacerse con el Banco Sabadell a través de una opa hostil, una operación ciertamente de gran calado en el sector financiero y que dibujaría una mapa bancario todavía más concentrado de lo que ya está. Pero lo inaudito es esto de que el Gobierno, en lugar de decidir cuando le toca, dé una patada al balón y gane tiempo inventándose una especie de gestión asamblearia.

Conocer lo que piensan los ciudadanos y abrir espacios de participación es algo muy recomendable, pero entonces el Gobierno debería cargarse de un plumazo la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, que fue la que se pronunció y trasladó su parecer al Gobierno, cumpliendo así con sus funciones. Ya puestos, también prescindimos del ministro de Economía y, cada vez que toque solventar una papeleta delicada sobre la regulación financiera, abrimos una consulta en internet y que la gente vote. ¿Y por qué en lugar de haber aprobado la ley de amnistía en las Cortes no se la sometió a consulta popular? ¿O por qué si se quiere saber qué piensa la gente de la opa al Sabadell y se evita, sin embargo, someter a votación en el Congreso el incremento del gasto en defensa?

Así las cosas, se puede seguir abriendo el abanico: ¿por qué Sánchez no pidió a la ciudadanía su opinión sobre el giro de 180 grados en relación al contencioso del Sáhara Occidental? ¿Y por qué no consulta a los ciudadanos si el propio presidente debe seguir en el cargo cuando tiene a su esposa y a su hermano investigados por la Justicia en casos encuadrados en lo que conocemos como corrupción?

Insisto: no debe ser fácil tomar la decisión sobre la opa pero nadie dijo que gobernar fuera fácil. Como tampoco nada garantiza que esta consulta improvisada vaya a deparar el mejor de los resultados. Equivocarse es algo que entra en la conducta humana pero huir de las responsabilidades del cargo es algo inaceptable en un gobernante.