Desastroso
Mazón y el PP tardaron en darse cuenta de que su continuidad en la Presidencia era indefendible
En el gabinete de crisis de la dirección nacional del Partido Popular (PP) da la sensación de que se cogieron un año sabático y nadie ... les ha hecho volver a sus puestos de trabajo ante una emergencia política de primer orden. Solo así se explica la desastrosa gestión en torno a cómo resolver la crisis abierta por Carlos Mazón al empeñarse en seguir al frente del Gobierno de la Comunidad Valenciana.
Esa falta de criterio estratégico llegó a su clímax el pasado fin de semana y este mismo lunes. El día en que el PP se debería estar frotando las manos con el inicio del juicio al fiscal general del Estado, el foco matinal estuvo puesto en la sede de la Generalitat valenciana, donde Carlos Mazón compareció para ofrecer un discurso que agrava esa sensación de desgobierno político. Y es que, tras acabar Mazón su intervención -nuevamente sin responder a las preguntas de los periodistas-, todo el mundo se preguntaba por el alcance real de su decisión, en una clara demostración de que ni había comunicado bien ni estaba razonablemente resuelta la crisis.
Un año después de la trágica dana, Mazón y el PP se dieron cuenta de que su continuidad en la Presidencia era indefendible. Es como si se les hubiese caído la venda de los ojos porque en el funeral de Estado hubo familiares de víctimas que le echaron en cara sin ambages su presencia en la misma y le exigieron que dimitiese. Debe ser que durante doce meses Mazón y el PP nacional no se han enterado de las manifestaciones con presencia de miles de valencianos cada mes, ni tampoco del enfado de las asociaciones de víctimas. Y si pensamos que ahora el PP cambia de criterio porque teme que el 'efecto Mazón' contamine un posible adelanto de las elecciones generales, entonces es todavía peor, porque demostraría un cálculo partidista en torno a una desgracia y la evidente mala gestión autonómica.
Tampoco era el día para que Mazón se presentara como una víctima. Ni de la gestión de otras administraciones ni de la ira ciudadana. Los insultos sufridos no tienen disculpa pero tampoco que las víctimas se hayan encontrado con un presidente que los ninguneaba y que, además, iba cambiando de versión según soplase el viento de las evidencias que afloraban.
Para más inri, llegó a decir en su comparecencia que había pensado dimitir con anterioridad pero que finalmente no lo hizo, dejando en el aire si fue por recomendación del partido. Una duda que se vuelve claramente contra Génova.
En resumen: un desastre absoluto.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión