El próximo fin de semana toca cambiar de nuevo la hora ante la llegada del invierno y el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, ... ha creído encontrar ahí un filón para que se hable de él y no de otros asuntos que tienen que ver con su gabinete y su partido. De manera que, raudo y veloz, ha propuesto que el cambio de hora llegue a su fin y que toda Europa se quede sin estar adelantando y atrasando los relojes cada seis meses.
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Es evidente que cada cambio supone una molestia. Y será mayor o menor en función de los años y la salud de cada cual, aunque no creo que conste caso alguno de fallecimiento por el mero hecho de darle para atrás o para adelante a las manecillas del reloj. Menos ahora que muchos relojes cambian automáticamente y ya son legión los jóvenes que no llevan ese aparato en la muñeca porque prefieren mirar el del móvil.
En el otro extremo se encuentran los que defienden el cambio de hora por el ahorro energético. Es la cantinela seguramente cargada de razones que escuchamos con periodicidad semestral, pero tampoco se aportan elementos de peso que despejen las dudas al respecto.
En medio de esa confusión, Sánchez toma partido por acabar con las modificaciones periódicas. Tampoco él nos da razones de fundamento, pero sobre todo lo que hay preguntarse es si no tenía otro asunto del que hablar. Es ahí donde brota la impresión de que estamos ante una cortina de humo para tapar cuestiones que dan vergüenza ajena, como las 'chistorras' y las 'lechugas' de Koldo, Ábalos, Cerdán y compañía. Sánchez podía haber aprovechado la ocasión para ofrecer explicaciones que destierren las dudas sobre una 'caja B' en el Partido Socialista, especialmente ahora que la Justicia empieza a investigar si existió. También pudo centrarse en explicarnos cómo pretende cumplir con la OTAN y con Estados Unidos subiendo el gasto en defensa mucho menos que el resto de aliados, con la ya conocida amenaza de represalias comerciales por parte del presidente Donald Trump.
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Por último, y si tan trascendental es para el presidente el asunto del horario, podía haber planteado que la península volviese al huso horario que le corresponde, que no es otro que el de Canarias. A fin de cuentas, si tanto interesa la memoria histórica, recordémosle a los peninsulares que tienen un huso horario centroeuropeo que no se ajusta a lo que marca la geografía y cuyas raíces anidan en el franquismo puro y duro.
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