Francia: a por la tercera vuelta
Del director ·
No sería la primera vez que el partido se encuentra con la cohabitaciónEntre el susto o muerte, se impuso lo primero en Francia. No hubo sorpresa y Emmanuel Macron podrá seguir cinco años más en el Elíseo, en esa todopoderosa Presidencia francesa que lo convierte también en un referente de la política europea y, de paso, de la mundial.
Con una elevada abstención -la segunda más alta en la reciente historia gala-, Macron superó a Marine Le Pen con una distancia mayor de lo que aventuraban los sondeos y, sobre todo, de lo que se temía en toda Europa. O en casi toda. Para ello ha sido clave el voto de la izquierda, que ha antepuesto el rechazo a Le Pen a las preferencias por Macron, que tiene el dudoso honor de ser uno de los presidentes menos queridos por los suyos. Cabe preguntarse qué habría sido de estas elecciones si en lugar de Le Pen el contrincante de Macron hubiese sido Mélenchon, que lidera lo más parecido a Podemos en España y que se consolida como símbolo de la izquierda ante el desplome de los socialistas.
En todo caso, Francia pasa de la segunda vuelta a la tercera: las elecciones legislativas que se celebrarán dentro de dos meses. Las intervenciones ayer de Le Pen y Mélenchon ya indican que para ellos está ahí la prioridad. Asumían que Macron iba a vencer y centran su prioridad en arañar votos para tener peso no solo en la asamblea legislativa sino incluso para reclamar el puesto de primer ministro. Enfrente tienen a un Macron con un problema en esos comicios: su partido en realidad es él, pues se creó a su imagen y semejanza y no tiene una gran estructura en el ámbito local y regional.
No sería la primera vez que Francia se encuentra con la llamada cohabitación de un presidente de un partido y un primer ministro de otro. La tradición republicana gala ha hecho que ese trance se susperase sin grandes traumas. A fin de cuentas, es lo que tiene el sistema electoral francés, como también en Estados Unidos hemos visto a un presidente cortocircuitado por un poder legislativo que no controla.
En clave general, una reflexión: Le Pen llegó a la segunda vuelta por el apoyo de los electores y hay que aceptarlo. Los extremismos caben en democracia, pero otra cosa es que la democracia se ponga a su servicio. Es ahí donde entran en juego las mayorías ya sea parlamentarias o en plenos municipales, insulares o regionales. Y s ahí donde actúa la responsabilidad de los elegidos. No caigamos en eso de que los electores no votan lo correcto, que diría Vargas Llosa, pero no infravaloremos que la democracia puede morir si no en las urnas, en el día después de que estas han hablado.