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La falta de civismo en estado puro

Mi punto de vista ·

«Se habla mucho de la suciedad de las calles, pero uno ve cada día acciones que son repudiables»

Martes, 18 de octubre 2022, 23:23

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Debo reconocer que hay acciones que intento pasar por alto y miro hacia otro lado porque no llegaría a ningún sitio, pero existen otras que no soporto y me enervan, y de manera educada intento llamar la atención para corregirlas. Algunas veces encuentro comprensión, pero en la mayoría recibo animadversión y algún que otro insulto. Mucho de habla de la suciedad que hay en las calles, pero quiero ir más allá porque la falta de civismo parece instalarse con una normalidad que me abruma.

Cuando circulo con mi vehículo y veo a alguien que tiene su mano izquierda por fuera de su ventanilla y entre sus dedos sostiene una colilla, mi subconsciente empieza de manera veloz a hacerse la siguiente pregunta: «¿La tira, la tira, la tira?». Pues sí. Esa colilla sale volando hacia el asfalto, hacia la acera, hacia el parterre más próximo, y mi imaginación me traslada en ese momento a alguna carretera de nuestra Cumbre. En ese instante, mi reacción es tocar la pita de inmediato para llamar la atención. El infractor es consciente del por qué le toco la pita, pero su puesta en escena o es de incredulidad o de hacer aspavientos con sus manos. Si cuando me enfrento a esta acción se produce una caravana y puedo llegar a la altura del elemento que tiró la colilla por su ventaja, le comento que tiene un cenicero en su vehículo, y en ese caso las escenas son dos: o te da la razón -una minoría- o te manda a la mierda -en su mayoría-.

Nos quejamos, muchas veces con razón, de la suciedad de nuestras calles, pero invito a más de uno a pasear por las mismas y que analicen qué se puede hacer cuando vea latas en el suelo junto a una papelera, colillas sin dóquier por aceras, parterres, calles o donde se pueda imaginar, bolsas de basura en plena calle al lado de un lugar de venta de comida y las papeleras próximas vacías, escombros en los barrancos o cacas de perros en las calles. Me niego a creer que el civismo está en peligro de extinción y que todos somos unos guarros.

Lo que hay que decir son las cosas por su nombre y más de uno debe situarse frente a un espejo y mirarse al ombligo antes de criticar ciertas acciones. Llegan fechas en las que todo vale y la crítica estará a la orden del día, pero la cultura, la educación, los valores, la importancia de la pertenencia, el no todo vale y la concienciación ciudadana de que la calle no es un estercolero, ni un punto limpio, ni un vertedero deben prevalecer antes de tantas campañas inútiles que no valen absolutamente para nada.

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