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Estados Unidos: el peor de los escenarios

Primera plana ·

El 'trumpismo' existe. Con o sin Trump en la Casa Blanca, difícilmente el partido republicano volverá a ser lo que fue

Jueves, 5 de noviembre 2020, 07:11

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La madrugada (en el huso horario canario) se antojó tan larga como incierta. Los que esperaban una victoria arrolladora de los demócratas, especialmente desde este lado del Atlántico, quedaron descolocados. Cuando se supo, al comienzo de la noche, que Donald Trump iba a ganar en Florida, la pugna entre los dos candidatos estaba más que viva. Tanto que, al amanecer, no solo no se sabía aún quién había ganado sino que enseguida surgió la gran preocupación: la denuncia de Trump (sin pruebas) de un supuesto fraude electoral y que iría a la vía judicial de cualquier manera porque se negaría a reconocer una posible derrota. Es decir, el presidente de la mayor democracia del mundo, de la primera potencia junto a China, poniendo en cuestión las piezas esenciales del juego democrático.

El 'trumpismo' existe. Con o sin Trump en la Casa Blanca, difícilmente el partido republicano volverá a ser lo que fue. Las estructuras de las siglas políticas (sea en el Viejo Continente o allá donde distan de los aparatos tradicionales) decaen a favor de los personalismos jaleados por los populismos de toda laya. Trump tiene su legión de seguidores.

Ahora bien, los demócratas deben hacer autocrítica. La candidatura de Joe Bien dio oxígeno a Trump. Su falta de carisma y su perfil no era el adecuado para afrontar con total garantía un proceso electoral frente a un presidente que se somete a la reelección y, por lo tanto, las estadísticas indican que suele ganar. Es verdad que esta vez era Trump, y no otro, el que pretende sumar ocho años en la Casa Blanca. Pero habiendo dejado Barack Obama el listón tan alto en cuanto a liderazgo, Biden no ha cubierto las expectativas previstas. Los usos mitineros de Trump, al estilo de un actor que se maneja bien en la tribuna a modo desenfadado, ha puesto contra las cuerdas a Biden que solo avanzada la mañana del miércoles comenzó a atisbarse como favorito.

Una sociedad dividida, que no sabe qué hacer con la diversidad de identidades y la inmigración, que sufre la deslocalización industrial y el lado oscuro de la globalización como el resto, debate qué posición adoptar ante el futuro de un imperio que siente la decadencia cerca. Por eso los pronunciamientos de Trump a cuenta de aceptar o no los resultados electorales, resultan tan preocupantes como dañinos. Un mal precedente que ojalá otros no repitan. La judicialización que se barrunta, como ya ocurrió en el año 2000 entre George W. Bush y Al Gore a son de Florida, ahondará en la frustración social. Cuando se tarda tanto en conocer el ganador y justo impera un sistema electoral mayoritario (salvo en dos estados) al alimón del presidencialismo, es síntoma de potencial enredo. Las grandes mayorías de otras citas electorales en el siglo XX, parecen ahora lejanas. Si encima es Trump el que ha gobernado y aspiraba a un segundo mandato, se complica, sin duda, el escenario. Los errores de los demócratas, que tiraron de Obama en la recta final de la campaña como señal de debilidad a tenor de lo que conocemos ya, han contribuido al embrollo. Nadie sabe qué hubiese acontecido sin pandemia, quizá Trump hubiera gozado de una alfombra roja a pesar de las encuestas.

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