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La erosión electoral

La erosión electoral

Primera plana ·

A PSOE y Podemos les interesa mantener la polarización política y social. Así se evita la fuga hacia la abstención de sus votantes

Martes, 27 de octubre 2020, 08:14

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El diario digital 'Público' es uno de los referentes mediáticos de la izquierda sociológica. De hecho, la pérdida de su soporte papel al calor de la anterior crisis económica supuso un duro revés en aras de articular una visión y contenido diferente para este segmento poblacional que no estuviese atrapado por el Grupo Prisa que, de ahí, de esta tensión empresarial, se explica su arrinconamiento de la figura de José Luis Rodríguez Zapatero y la defensa inquebrantable de los postulados clásicos del 'felipismo'. Acaba de dar a conocer 'Público' una proyección de escaños en el Congreso de los Diputados elaborado por Key Data, gabinete demoscópico que trabaja habitualmente para la cabecera. El mismo arroja los siguientes datos: PSOE, 117 (-3); PP, 94 (+5); Vox 55 (+3); Podemos, 29 (-6); ERC, 13 (=); Ciudadanos, 11 (+1); JxCat, 10 (+2); PNV, 6 (=)… Con esta tónica, que responde a la generalidad de los sondeos que vamos conociendo, los integrantes del Gobierno de coalición van sufriendo un desgaste paulatino que, eso sí, es amortiguado por la certeza de que las tres derechas no alcanzan la cifra mágica de 176. Dicho en plata, son los nacionalismos periféricos (fundamentalmente el vasco y el catalán) los que sirven de salvavidas para Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.

Ahora bien, que la clave demoscópica quede contrarrestada por el dibujo parlamentario que propicia la normativa electoral que paradójicamente favorece a las izquierdas, no es extrapolable a los subsistemas de las comunidades autónomas y ayuntamientos. Habría que ir supuesto por supuesto para detectar cómo estaría, a día de hoy, la configuración de cada Cámara. Sin embargo, sí hay un elemento esencial a recoger de 'Público': la bajada de las dos marcas electorales de la izquierda. Dos partidos que en el conjunto del Estado están sujetos a las denominadas olas electorales que a veces benefician y en otras ocasiones juegan en contra.

A PSOE y Podemos les interesa mantener la polarización política y social. Así se evita la fuga hacia la abstención de sus votantes. Y para ello la irrupción de la ultraderecha, consolidado como tercer partido del hemiciclo, es la motivación principal de cara a su electorado. No obstante, esta receta sirve para frenar la caída y no ya para aumentar expectativas electorales como sí aconteció (a favor de Sánchez) en los comicios generales de abril de 2019. El temor a la extrema derecha que llega (la cita electoral en Andalucía estaba reciente) opera una vez pero no siempre. Con el tiempo, pierde efecto. A estas alturas, la presencia de la ultraderecha, por desgracia, se ha naturalizado. Y los terribles parámetros socioeconómicos venideros no solo apuntalarán su persistencia sino que redoblarán su mensaje de miedo y exclusión. Y en esas estamos: Vox aglutina el recelo de la izquierda social pero, no siendo menos, la crisis económica (que irá a más) fomenta el desencanto. PNV, ERC y EH Bildu serán los actores cardinales que en 2023 (porque la legislatura se agotará) seguirán dando estabilidad a Sánchez e Iglesias. Pero, subrayo, esto vale en la escala estatal y no necesariamente en el resto de territorios. Por último, conviene recordar que una encuesta es la radiografía de un momento determinado, como mucho marcan tendencia. Es un valioso instrumento. Pero el ritmo frenético de la política puede arreciar las transformaciones en los próximos años.

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