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La pregunta es sencilla: ¿usted cómo ve Canarias: en color o en blanco y negro? Y viene a cuento por la celebración hoy de la primera sesión del debate del estado de la nacionalidad, un pleno parlamentario en el que el Gobierno de Fernando Clavijo y los portavoces parlamentarios confrontarán sus respectivas visiones sobre cómo se encuentran las islas y quienes habitan en ellas. ¿Una Canarias feliz y de colores? ¿O una Canarias en blanco y negro? ¿Una Canarias que festeja a diario los 16 millones de turistas o una Canarias que se pregunta qué falla para que ese récord de visitantes no se traduzca en mejores indicadores socioeconómicos? ¿Una Canarias que ve cómo se incrementan las partidas en Sanidad, Educación y lo que se conoce como políticas sociales o una Canarias que no alcanza a comprender por qué se tarda tanto en apreciar las mejoras en la gestión de esos asuntos?

Doy por hecho que el equipo presidencial, a la hora de confeccionar el discurso del presidente, basculará entre ambos extremos. Sería un error de principiantes acogerse al triunfalismo, entre otras cosas porque el margen de maniobra del Gobierno para patrimonializar los éxitos macroeconómicos es ciertamente reducidos. Y eso empezando por el propio dato turístico: si vienen muchos visitantes más es porque hasta ayer mismo los destinos competidores no acababan de levantar cabeza por la inestabilidad política y los golpes del terrorismo, a lo que se une el incremento de camas por ese fenómeno llamado alquiler vacacional, que seguirá creciendo mientras las administraciones sean tan lentas en su regulación (cosa que no significa liquidarlo de un plumazo, que conste).

Así las cosas, me inclino a situar la Canarias de hoy en una escala de grises. Porque hay un segmento importante de la población que no termina de disfrutar las mieles de la recuperación, como también hay una juventud que empieza a descubrir que trabajar y emanciparse ya no son sinónimos. Y menos mal que las redes familiares, tan importantes tradicionalmente en el archipiélago, siguen actuando como sostén de miles de personas, porque de lo contrario el gris habría que cambiarlo por el negro azabache. Por todo ello, no estaría de más que el presidente aparcase hoy las loas a su equipo y bajase al terreno de esa Canarias tan numerosa que aguarda explicaciones de por qué no les llegan las buenas nuevas de la recuperación. Y a ser posible, sin victimismos y sin el recurso fácil de echar la culpa al mundo mundial.

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