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El sondeo de Metroscopia-Henneo cuyos resultados publica hoy CANARIAS7 dibuja un escenario en el que se reducen las distancias entre los cuatro grandes partidos nacionales, al tiempo que despunta Vox. Sin apenas aparato alguno, esta formación política dio un golpe en la mesa al reunir en Vistalegre a unas diez mil personas, una puesta en escena que teóricamente viene bien a la izquierda por cuanto obliga al Partido Popular a desplazarse más hacia la derecha, con lo que abandona ese espacio de centro que, según los teóricos de la política, siempre ha dado la victoria en las urnas en España. Espacio de centro que teóricamente ocuparía Ciudadanos, si bien el partido liderado por Albert Rivera sigue todavía en la fase de radicalización de su discurso como abanderado de la oposición al independentismo catalán.

Acierten o no los teóricos, es evidente que el PSOE goza del plus que da estar en el poder y que todavía no haya pasado demasiado tiempo, de manera que el desgaste es todavía incipiente. Pero haberlo, haylo. Los peajes a Podemos y el soberanismo catalán son cada día más evidentes y eso pasa factura entre los simpatizantes más moderados del partido de Sánchez, pero con un matiz: seguramente no encuentran en el panorama electoral otras siglas ni otro líder a quién votar, de manera que, en caso de hacerlo, es probable que siguieran haciéndolo al PSOE.

En las últimas semanas hemos visto otro fenómeno que debería preocupar al PP: el exceso a la hora de hacer oposición. La intervención de Dolors Montserrat en la última sesión de control al Gobierno y las declaraciones de la exministra García Tejerina sobre las comparaciones -siempre odiosas- a cuenta de lo que saben los niños de una y otra autonomía, parecen producto de ese empeño del PP por hacerse oír. El juego de chillar más que otros -Ciudadanos y, sobre todo, Vox- conduce muchas veces a desafinar, pues ni Montserrat y Tejerina son Ainhoa Arteta. Es como el que acelera demasiado y después se pasa de frenada: acaba saliendo de la carretera y se estrella contra un árbol en la cuneta.

En todo caso lo interesante del asunto es que empieza a quedarse huérfano un espacio de centro, quizás el más próximo a la derecha. Si Rivera dejase de mirar exclusivamente a Cataluña, quizás alcanzaría a entender que ahí tiene una opción de crecimiento electoral. Porque si hay un partido que se ha desdibujado desde la salida de Rajoy del poder es Cs.

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