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El puchero canario de doña Amparo

El puchero canario de doña Amparo

José L. Reina

Jueves, 1 de enero 1970

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Si mezclas pulpo, cherne, aguacates y lapas, entre otros ingredientes, no sale ni saldrá nunca ningún puchero canario. Ni puchero marino, ni puchero de cuaresma ni nada de nada. Ahora bien, si todo eso lo mezcla Ferrán Adriá, la cosa cambia. Sus fieles seguidores dirán que es la enésima genialidad del catalán, y doña Amparo, del municipio tinerfeño de La Victoria, que los lleva haciendo toda la vida de manera magistral, dirá que eso no sirve ni para un caldo de papas.

No seré yo quien apele al sentimiento canario para apedrear al célebre cocinero que alcanzó el cielo con El Bulli, pero sí confieso que me resulta sorprendente que un gobierno nacionalista como el que preside Fernando Clavijo, haya querido que sea Ferrán Adriá el que venga a echarle aguacates a tan célebre plato patrio. Lo que se supone que iba a ser una clase magistral de uno de los mejores en la materia, se ha convertido en una crisis de identidad canaria, golpeada a base de lapas y rejos de pulpo.

Porque, seamos sinceros, ese puchero no entra bien ni con el pasodoble Islas Canarias a todo volumen de fondo. Es curioso, por otro lado, la calentura real del pueblo cuando le tocan lo que considera suyo. Ese sentimiento de volverse a sentir conquistado por un catalán que viene a enseñarnos a estas altura de la película a hacer puchero. El plato es lo de menos, es más bien el gesto. Lo mismo le pasó a los valencianos cuando fue un inglés, le echó chorizo a la paella, y estalló la crisis nacional. Hasta amenazas de muerte recibió el bueno de Jamie Oliver cuando se le ocurrió decir que con su ingrediente aquello estaba mejor. Tóqueme usted lo que quiera, pero no me toque la paella, le vinieron a decir al amigo.

Quién le iba a decir a Ferrán Adriá, que tras años sin meterse a cocinar para un evento público, le iba a salir tan cara la broma. Tras toda una carrera llena de éxitos, aquí ya será recordado como Ferrán el del puchero. Los alumnos que asistieron al espectáculo, por su parte, ya habrán archivado los apuntes, por el bien de la nación canaria, no vaya a ser que las próximas generaciones se olviden del puchero que hacía doña Amparo.

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