El contrato laboral único

Hace unos días, el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, anunció que registrará en el Congreso de los Diputados, una proposición de ley contra la precariedad laboral, en forma de un contrato laboral único indefinido. Sin duda, un modelo coherente y revulsivo en un mercado históricamente muy regulado, y lleno de contratos basura que poco benefician al empleado y al empleador. La dualidad existente en la actualidad entre los desprotegidos contratos temporales, y los hiperprotegidos contratos indefinidos, es uno de los grandes problemas con los que se enfrentan los trabajadores.

Con el contrato único, la balanza entre empresa, autónomo y empleado se equilibra. Por un lado, el trabajador contaría con un sistema de ‘mochila austriaca’, es decir, una serie de derechos adquiridos que le daría 20 días en caso de despido objetivo y 33 días, por despido improcedente. Por su parte, las empresas que generen empleos de calidad y que reduzcan las rotaciones de plantilla, serían premiadas con menos cotizaciones a la Seguridad Social.

Un sistema ideal, desde el punto de vista utópico, que puede dejar de serlo para convertirse en realidad. Un cambio necesario de un modelo que nació muerto, y que con el paso de los años lo único que ha hecho ha sido pudrirse, dañando a todas las partes involucradas.