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Ejemplares

Ultramar. «La ejemplaridad que proyectan los que hacen y transitan por la política no invita al optimismo» Vicente Llorca

Sábado, 3 de febrero 2018, 08:00

El noble concepto de servicio público debiera obligar a ser ejemplar en su ejercicio. Por tanto, tomando palabras de la analista política Lucía Méndez, no solo vale mantenerse en el poder, controlar un partido o aplicar un programa de gobierno. A estos servidores hay que demandarles que estén atentos a las señales de conflictos para intentar resolverlos antes de que se desborden y acaben por alterar la vida de las gentes.

Sin embargo, estos ejemplares que transitan y hacen política estos días, parecen empeñados en contravenir todo lo antedicho. La ejemplaridad que proyectan no invita al optimismo, la obcecación por perpetuarse en el poder es suprema y no solo no abortan y resuelven conflictos sino que se regodean en ellos. Bien harían en fijarse e intentar imitar un poco la manera de hacer de los políticos alemanes. Allí tras las elecciones también surgió un parlamento de complejas mayorías, pero, sin embargo, ante la eventualidad de una parálisis, esa que aquí va camino de convertirse en habitual, ha habido una reconsideración y los socialdemócratas, que habían prometido que de ninguna manera volverían a pactar una gran coalición con los conservadores de Angela Merkel, han dado marcha atrás. Lograr mejoras en la lucha contra la temporalidad laboral, el reagrupamiento familiar de los refugiados o evitar una posible nueva subida de la ultraderecha en unas elecciones repetidas, como objetivos políticos importantes, han primado frente al menudeo

No así aquí. De Cataluña al recurrente pleito insular. De las renovables al gas. De la reforma electoral a la inhabilitación según para qué y para quién. Así pasan los años. Esas tenemos. Y es que «aquí el que se deja explotar hoy día es porque quiere», en clarificadoras palabras del presidente de la patronal turística tinerfeña. Tenemos ejemplares a mansalva. Si hasta el presidente del Gobierno del Estado se permite proclamar que eso de exigir igual salario a igual trabajo entre hombres y mujeres «mejor dejarlo estar» que es cosa de cada empresa.

Tan ejemplares son que lo de mojarse no va con ellos. Por cuatro gotas suspenden un pleno del Parlamento, no así ninguna otra actividad que afecta al común de los mortales, los explotados porque quieren. Y cuando, por fin, se atisbaba una luz a la demandada reforma electoral, con el acuerdo, con cesiones pertinentes de casi todos, de eso se trata cuando se vive en convivencia, los inmovilistas, que curiosamente son los principales beneficiarios del injusto sistema imperante, nos salen con la torticera disculpa de no gastar más en diputados. ¿Ponemos un general y nos ahorramos los sesenta que ya hay? ¿Y si esos 60 se ajustan un poco el sueldo en bien de una mejor representatividad?

Y puestos a ser ejemplares, primero se comprometieron a no aceptar a ningún imputado en sus listas. Luego, cuando hubo algunos en sus candidaturas, rectificaron y dijeron que los excluirían cuando fuesen citados a juicio; más tarde, cuando estuviesen condenados y ahora nos vienen con que aun condenados si hay un voto particular contrario a esa condena vale para seguir.

Lo dicho, ejemplaridad poca, ejemplares a montones.

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