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Después de sostener en un primer momento que todo funcionaba a la perfección, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, se desplaza a Gran Canaria para participar este lunes en una reunión de la Autoridad de Coordinación frente a la Inmigración. En el encuentro estará el presidente de Canarias, Fernando Clavijo, invitado precisamente por la lógica reclamación del Ejecutivo regional de su derecho a estar informado de lo que atañe a Canarias, como es el repunte migratorio.
La visita de Grande-Marlaska es, por un lado, la evidencia incontestable de que hay un problema que resolver y, por otro, la prueba de un giro político en el Gobierno central y en especial en el bando del PSOE. En plena negociación para conseguir una abstención o un voto positivo de Coalición Canaria a la investidura de Pedro Sánchez, el PSOE difícilmente podía seguir en la deriva particular del ministro, que quitaba importancia a la llegada de cientos de migrantes cada día a las costas canarias, con el añadido de que algunas islas, como El Hierro, se veían colapsadas precisamente por la falta de previsión.
Marlaska no es responsable de la inestabilidad que vive Senegal, punto de salida de la mayoría de cayucos que están llegando en estas semanas, como tampoco lo es de la aparente laxitud de las autoridades de Marruecos en el control de su litoral. Pero a Marlaska sí cabe exigirle explicaciones por la falta de previsión en la articulación de medios suficientes para hacer frente a un repunte migratorio que era conocido hace meses. Lo sabía el Gobierno central, que cuenta con fuentes de infowmacion fiables en el Magreb y en el África Subsahariana, y sin embargo se miró para otro lado.
No vale escudarse en que se trata de un asunto de Estado y que hay materias que no se pueden compartir con las autonomías y las administraciones locales. Cuando un inmigrante llega a las islas, entran en servicio personal sanitario, asistencial y social que depende de la Comunidad Autónoma, así como de cabildos y ayuntamientos, y eso obliga a informar a tiempo para establecer un operativo a la altura de las necesidades.
Nada de eso se hizo en el inicio de esta crisis y esperemos que Grande-Marlaska llegue mañana con ánimo de colaboración, aparcando la suficiencia que suele caracterizar sus intervenciones y, sobre todo, con la orden de Moncloa de activar ese mando único que tenga informado al instante a las autoridades canarias.
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