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Diagnóstico constitucional

«El mejor tributo que podemos hacer hoy a la Constitución es recordar que la estabilidad política es un valor»

Jueves, 1 de enero 1970

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Cuarenta años se conmemoran de la Constitución y el ambiente político enrarecido que acompañó a la Transición (el recuerdo del 36) reaparece. Los partidos extremistas, la exaltación ideológica y el temor en la calle a problemas de convivencia social fruto de la desesperación extraparlamentaria concentran la atención de la opinión pública. Puede que no sea precisamente el caldo de cultivo justo hoy pero todo apunta que lo será más temprano que tarde. No hay una UCD en la actualidad, Ciudadanos es de derechas. Podemos y Vox representan los polos opuestos en un mundo en el que irrumpe la ortodoxia ideológica como receta para vencer al adversario. Tocaría en esta jornada hacer un repaso a la trayectoria constitucional reciente, señalar el eterno problema del modelo territorial (el Título VIII que el poder constituyente quiso intencionadamente dejar abierto porque nadie sabía qué hacer en realidad) y poner sobre la mesa la reforma de la norma fundamental a cuenta del Senado y demás menesteres. Sin embargo, el panorama es otro.

Si en el referéndum del 28 de febrero de 1980 Andalucía reordenó el nivel de descentralización cuando conquistó su autonomía por la vía rápida del artículo 151 igual que las nacionalidades históricas, el pasado domingo en las urnas hizo patente que hay un sector social con afán de recentralizar el poder político y finiquitar las autonomías. Estos comicios han marcado un antes y un después en el sistema de partidos.

El mejor tributo que podemos hacer hoy a la Constitución es recordar que la estabilidad política es un valor. Y desde 1978 hemos disfrutado de una normalidad protagonizada por el bipartidismo que a pesar de sus errores ha rubricado un periodo de crecimiento y mejora social. Un relato, esgrimido por una opción de centroizquierda y otra de centroderecha, que pronto se añorará. La crisis económica de 2008 y el cuestionamiento de la Unión Europea por su austeridad que ha aumentado la desigualdad, trastornó los esquemas. Me temo que no habrá actualización constitucional porque el escenario político no lo favorece. Y esto persistirá, por lo que puede concluirse que hemos entrado en una fase de declive del orden constitucional conocido rematado por el desafío soberanista catalán. Las fuerzas tradicionales siguen perdiendo votos a la par que Podemos y Vox se enzarzarán en el encontronazo parlamentario cuando no social. Quizá, si hace solo unos años se hubiese adoptado una gran coalición entre socialistas y populares se hubiera mitigado el tablero de apoyos centrífugos que nos asiste. Aunque en Alemania tanto Angela Merkel como la socialdemocracia están pagando caro su entendimiento. Europa pasa un ciclo desfavorable, el hartazgo hacia los burócratas de Bruselas es creciente y aquí, en España, contemplamos un debate intenso que se desarrollará por etapas en las urnas. Demasiada conflictividad, se intuye una catarsis constitucional.

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