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La desidia del ministro Marlaska

Primera plana ·

Marruecos se frota las manos y tratará de enredarlo con el conflicto saharaui pendiente de ejecutar la legalidad internacional

Jueves, 19 de noviembre 2020, 08:03

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A este paso va a pagar los platos rotos Ángel Victor Torres. Y eso que la competencia, en primera instancia, no es suya, sino que atañe a Anselmo Pestana. Pero seamos realistas: el ministro del Interior seguirá yendo a La Moncloa los martes a despachar con sus colegas con independencia de lo que ocurra en Canarias. Esto se veía venir: si falla la primera línea de contención (la Delegación del Gobierno) lo normal es que la presión recaiga directamente en el Pacto de las Flores. Y como Madrid está a lo suyo, demasiada inestabilidad política y necesidad de aprobar los Presupuestos, pues las islas quedan en un segundo o tercer plano. Así de sencillo y crudo para el Ejecutivo canario. Y por muchos comunicados que lancen Nueva Canarias, Podemos y ASG, si no acontece nada, si nadie dimite ni arregla el asunto, pues quedan en un brindis al sol porque, al final, los hechos consumados son los que protagonizan las portadas de los periódicos y, por ende, moldea la opinión pública.

Nunca se ha percibido en democracia semejante ánimo social de hastío, rabia e incertidumbre ante el futuro. Esa sensación que, por lo general, considera que los políticos de toda laya están a lo suyo: acumular retribuciones mensuales y ya la providencia proveerá qué cargo arroja el siguiente mandato. Y eso constituye un cóctel molotov en las urnas de consecuencias inesperadas. Sobre todo, cuando la participación electoral suele ser menor en una cita autonómica con respecto a una estatal. Con esto quiero decir que, al fin y al cabo, en Madrid persistirá un Gobierno de coalición de izquierdas respaldado por los diversos nacionalismos periféricos. Además, el neoespañolismo reaccionario, la ultraderecha desaforada y el aislamiento del PP, no dibuja alternativa real en el Estado ni a corto ni a medio plazo. El desierto será largo. Ahora bien, en Canarias el recorrido político puede ser otro. Especialmente, si se mantiene este ritmo.

Las declaraciones de Fernando Grande-Marlaska en relación a que ningún inmigrante pasa más de 72 horas en el muelle del Arguineguín, junto a las fotografías de la plaza de La Feria, estarán en la crónica política canaria a recordar el día de mañana. Un auténtico dislate que, paradójicamente, salpica a Torres y no al propio titular de Interior. Las palabras del ministro se le volvieron en contra porque se impone el principio de realidad. Aunque el precio lo pague el aruquense al que no dudo que le dolió el episodio de las guaguas arribando a la Delegación del Gobierno que ni está ni se le espera, pero que si no hace nada (cuando otros previamente le han dejado entre la espada y la pared) acabará costeando la inacción de Grande-Marlaska. Es decir, que la partida (en términos políticos) se juega aquí. El poder central es tan solo un testigo desde la más lejana distancia. Mira hacia otro lado y no cumple con sus tareas. Las carpas instaladas en Barranco Seco ya han quedado superadas. Este es el nivel frenético al que asistimos. Marruecos se frota las manos y tratará de enredarlo con el conflicto saharaui pendiente de ejecutar la legalidad internacional. El ministro irá a Rabat. Y cuando aterrice en Madrid seguirá sin dimitir. Y santas pascuas.

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