Borrar
Urgente Retenciones en la capital por un camión de transporte especial escoltado por la Policía Local

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

A veces se nos olvida porque estamos a las puertas de unas elecciones generales: porque la mayoría que hizo presidente a Pedro Sánchez lo dejó tirado cuando tocaba aprobar los presupuestos y, sobre todo, cuando los independentistas se apuntaron a más brutos -y mira que parecía imposible subir el listón- e hicieron inasumible que la legislatura continuase. Recuerdo esto porque, viendo el debate en Televisión Española, me quedé al final con una duda metódica: con estos cuatro mimbres, ¿quién hace un cesto que garantice la gobernabilidad el país? Sabemos que en política todo es posible y que los que hoy dicen que no pactarán, mañana harán lo contrario, pero es que ayer me quedé con la impresión de que ante las cámaras había cuatro personas que viven en el reproche y el recelo recíproco. Y con esos ingredientes, el plato siempre resulta indigesto.

Habrá que ver qué pasa con el segundo debate. En todo caso, hay algunas pinceladas a tener en cuenta: 1) Pablo Casado parecía tan obsesionado por no cometer un error grave que a, a medida que pasaban los minutos, se fue desdibujando. Sabíamos que estaba allí porque el moderador le daba paso de acuerdo con los turnos pactados, pero poco más por su parte. 2) Pedro Sánchez estuvo desigual. Hizo una intervención final que fue probablemente lo mejor por su parte pero no supo salir de la esquina del ring cuando desde la derecha le recordaban los pactos con los nacionalistas y las cesiones a Torra. Por contra, cuando se instaló en la dialéctica y pasó a la ofensiva, ganó enteros. 3) Albert Rivera salió a la yugular desde el minuto uno y, al margen de que se compartan o no sus ideas, está claro que se hizo notar. Repartió críticas a diestra y siniestra, si bien dejó claro que su preferencia es un pacto con Casado. E iba tan bien para su parroquia y seguramente para la del PP, que resbaló en el minuto final: resultó tan teatral -pero de teatro de tres al cuarto- que pareció un actor sobreactuado. 4) Pablo Iglesias es sabedor de que tiene fama de hosco y quizás por ello jugó a moderado. Le sobró tanta mención a la Constitución y tanto artículo leído, en especial para los que recordamos que fue él quien dijo que había que dinamitar la herencia de la Transición. De agradecer, en todo caso, su sinceridad sobre el pacto que quiere hacer.

Y, finalmente, una impresión sobre «el ausente». Porque Vox no estaba pero su presencia sobrevoló varias veces el debate. Veremos si también pasa lo mismo el domingo y es clave en el resultado, sobre todo para el pacto que pueda ser y en especial el que resulte inviable.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios