¿Qué le decimos a Nel?

El Etéreo se ha convertido en uno de los restaurantes de referencia de la capital tinerfeña. Su propietario, el talentoso chef Pedro Nel, cogió hace unos años un local discreto y lo convirtió, con una buena inversión por delante, en un lugar respetable y respetado. Me contaba ese día que fui a comer lo cuidadoso que es el protocolo de seguridad para evitar contagios en su interior, por supuesto, con otra buena inversión por delante. Allí tiene un medidor de la calidad del aire, unos filtros instalados que renuevan el aire continuamente y un lector de temperatura facial para los clientes que archiva los datos en un sistema. Además, cada mes en su restaurante hace una nebulización con un bactericida, desinfecta los baños cada quince minutos y su personal tiene con regularidad unas pruebas de antígenos para garantizar el buen servicio.

Ese día su comedor estaba lleno. Las mesas del interior mantenían una distancia superior a la establecida por ley, por lo que el riesgo de contagio, con todo lo dicho anteriormente, era ínfimo. Pedro Nel, que cuenta con doce empleados, no quería ni imaginar lo que finalmente ha pasado. Tras mucho trabajo, mucho dinero y mucho ingenio, tiene que volver a cerrar sus puertas. No tiene espacio para terraza, y el género de su cocina, fresco en su totalidad, a la basura. Y ahora, ¿qué le decimos a Pedro Nel?