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Por Cuba

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Tribuna libre ·

En Cuba lo están pasando mal, muy mal, y eso duele. Nos hemos acostumbrado, como en tantas situaciones, a mirar hacia otro lado, pero esa actitud nos desmerece

Sábado, 20 de noviembre 2021, 12:58

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Si no sale en televisión sencillamente no existe. Es una aberración, pero así es. El principal sustento de este viciado sistema de partidos que sufrimos en España es que, a base de muchísimas horas de televisión, se engendra otra realidad, que se superpone sobre lo que nos muestra el día a día. Por eso aumentan las inyecciones estatales; cualquier autonomía mantiene, pese a las cuantiosas pérdidas, una o dos televisiones para el politburó regional, potentes y distorsionantes voceros de sus falacias. Los grandes consorcios globalistas ya dominan, con menos de 10 plataformas privadas, la casi totalidad de los medios de comunicación mundiales. Es el pensamiento único.

Toda esta ecuación, con vectores como la comunicación, el dinero, o el poder, consolidan esa frase aborrecible que cada día se repite más: Lo vi en la tele, salió en televisión, expresado con una ciega servidumbre, con una genuflexa sumisión, exactamente como si se le hubiera aparecido el espíritu santo. Si sale en la tele, es verdad, y punto. Y que me dicen de los debates en la actualidad, y del nivel de los ponentes, y de la carencia de disparidad en talantes y opiniones. La libertad poco tiene que ver con el espectáculo y el anestesiante entretenimiento.

Y hablando de televisión. ¿Alguien sabe algo de Cuba? El mimetismo de la mayoría de los medios de comunicación es apabullante. En nuestra Cuba hermana se la están jugando para liberarse del yugo comunista, y aquí no se comenta nada, como si nada ocurriera, y los cubanos vivieran felices y tranquilos, disfrutando de más de sesenta años de tiranía marxista.

Desde hace meses miles de cubanos están saliendo a la calle a reivindicar las libertades que les ha secuestrado la dictadura comunista. Algunos, desde España, y especialmente desde Canarias, deseamos mandarles aliento y ánimo a esos desesperados cubanos que por reclamarle a la tiranía lo que les es propio, sus libertades, ponen en riesgo su seguridad e integridad física. El Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH) ha documentado, hasta la fecha, más de 400 acciones represivas desde el día 12 de noviembre, en relación con la convocatoria de la disidencia cubana a mediados de mes. Y posiblemente no nos esté llegando nada de lo que realmente acontece, pero mucho menos es el eco que aquí se hace, siendo cómplices silenciosos de la represión cubana.

Hay otros cómplices, menos sinuosos, más directos, que apoyan manifiestos defendiendo la dictadura cubana, con rocambolescos juegos de palabras, con las ya ineficaces y casposas menciones al bloqueo y el cuento de la buena pipa. Estos personajes se alinean con la tiranía, porque hablemos claro, lo que hay en la isla es una férrea dictadura y conviene que, en medio de tanto propagandista blanqueador del régimen, le recordemos al mundo por qué es un gobierno despótico. Además, la represión que ejercen los militares durante las manifestaciones en Cuba se centró en la plataforma opositora Asamblea de la Resistencia Cubana, quien pidió a Europa que deje de 'regalar dinero' al régimen cubano. Entre las agresiones más frecuentes resaltan: retención domiciliaria con vigilancia policial (140), citaciones a estaciones policiales (88), amenazas (86), detenciones arbitrarias (102), y todo ello sazonado con permanentes cortes de internet. A los cortes de suministro eléctrico, ya están mucho más acostumbrados…

Para tener claro que Cuba sufre una asfixiante opresión, lo ideal es tomar nota de las propias palabras del presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, y de la Constitución cubana de 2019. En una reciente intervención ante las Asambleas Municipales de Poder Popular, Díaz-Canel afirmó que en Cuba ni existe, ni se pretende que exista, separación de poderes: «En el mundo se habla mucho de la división de poderes –el poder legislativo está normalmente en las instituciones que aprueban ley, el poder ejecutivo en el gobierno y el poder judicial en los tribunales– pero en Cuba no se trabaja con la división de poderes: se trabaja con la unidad de poderes… a través de órganos que tienen funciones diferentes. Porque el concepto de poder que se usa en Cuba, en la revolución cubana, es el concepto de poder popular, el cual se construye sobre el concepto de soberanía popular. ¿Y cuándo hay soberanía popular? Cuando, como dice uno de los artículos de nuestra constitución, todo está en función del soberano. ¿Y quién es el soberano? El pueblo». Total. Un gobierno totalitario donde el partido único, el partido comunista, se adjudica sarcásticamente la única representación del pueblo.

En Cuba lo están pasando mal, muy mal, y eso duele. Nos hemos acostumbrado, como en tantas situaciones, a mirar hacia otro lado, pero esa actitud nos desmerece. Posiblemente con la entrada de este siglo XXI alcanzamos nuestra cima como sociedad y, desde entonces, muchas cosas no han mejorado. Los móviles, la hipercomunicación y la obsesión por la seguridad tras 11S y 11M han alterado el mundo que conocemos. Ha sido tan progresivo que no nos hemos dado cuenta, pero estamos llegando a puntos muy peligrosos. Nos estamos acostumbrando a estados de alarma, a toques de queda y a restricciones de las libertades arbitrarias y basadas en gestores supersticiosos e incapaces. Por eso debemos estar atentos y no bajar la guardia. Apoyar con energía e integridad a otros ciudadanos que están luchando por su libertad. Eso es lo que ocurre en Cuba. A lo mejor así aprendemos que si la cosa continúa poniéndose fea, haríamos bien en defender los derechos que nos quedan antes de que nos los quiten. Si continuamos tragando con todas las restricciones que nos inoculan televisivamente, si tragamos con nuevas limitaciones a derechos fundamentales a cambio de nada, por una patética e infundada sensación de tranquilidad, estamos perdidos. Si aceptamos que los derechos fundamentales ya no son algo inherente a todos los ciudadanos sino solo al individuo autorizado, nunca terminaremos de arrepentirnos. Si el derecho positivo se convierte en negativo, habremos tirado por la borda muchos siglos de lucha de todas las generaciones anteriores. Y todo a causa del desdén de una sociedad enferma de ocio y egoísmo.

No silenciemos el drama que están sufriendo en Cuba. Quieren, desean y ansían libertad. Basta ya de patria o muerte, pues al final solo ha quedado la muerte. La revolución ha priorizado tanto la igualdad sobre la libertad, que llevan más de sesenta años sin igualdad, y sin libertad. Así están las cosas. Noticias que no llegan, censura en nuestros principales medios y silencio cómplice. No lo consintamos, defendiendo su libertad, estaremos protegiendo la nuestra. Por Cuba, por nosotros.

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