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La ley como clave

Por si le interesa ·

Miércoles, 27 de octubre 2021, 07:22

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No termino de entender que el testimonio de un policía, sin más pruebas, baste para condenar a una persona, que es, además, diputado, y que, por mor de esa sentencia, se vea obligado a dejar su escaño. Cuesta digerirlo cuando estamos cansados de ver cómo en España se van de rositas los supuestos implicados en gigantescos escándalos de corrupción por la dificultad de la investigación de acreditar con pruebas fehacientes e indubitadas la comisión de los delitos. No es de extrañar la oleada de críticas que se ha desatado.

Y no le resto un ápice de gravedad al motivo por el que se le enjuició. Es inadmisible eso de ir pegándole patadas a policías, si es que fue así, que no lo tengo claro. Si usó la violencia, debe pagar por ello, aunque sea 7 años después. Pero insisto, lo que chirría es que bastara con tan poco para probar su culpabilidad. Dicho esto, las sentencias han de cumplirse y creo que a la presidencia del Congreso no le quedó más remedio que retirarle el escaño a Alberto Rodríguez.

Por eso, porque es lo que hay que hacer, no comparto la agresividad de las primeras declaraciones de Ione Belarra, ministra de Derechos Sociales y líder de Podemos, quien, a mi juicio, confundió la crítica con un ataque a la propia legitimidad de las instituciones. Si al sistema se le ven las costuras, como puede que haya pasado con este caso, lo que hay que hacer es trabajar para remendar esos flecos desde dentro y de acuerdo a las reglas del juego.

Y eso pasa por afinar la ley, por ejemplo. Porque aunque es verdad que parece sensato que la voz de un agente de la autoridad deba tener más peso que la de un civil en un proceso judicial, no debería ser suficiente como prueba de cargo para según qué casos. Digo yo.

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