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Cataluña y el efecto estatal

Editorial ·

Domingo, 14 de febrero 2021, 07:59

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Llegó el día de la votación en Cataluña, en unos comicios que tienen de hecho un peso indiscutible en el contexto estatal. Por un lado, porque el Partido Socialista se jugó la baza de Salvador Illa como candidato a pesar del evidente riesgo de cambiar a la persona al frente del Ministerio de Sanidad en plena lucha contra la pandemia. Teóricamente Illa regresó a Cataluña para desatascar la situación política pero el compromiso de los nacionalistas sellado esta semana pone en cuarentena la utilidad de esa decisión, que hay que atribuir a Pedro Sánchez en su doble condición de secretario general del Partido Socialista y presidente del Gobierno de la nación.

En cuanto al nacionalismo, llega a estas elecciones dividido pero con grandes posibilidades de que la suma de las diferentes opciones se aproxime a la mayoría absoluta. Si así fuera, estaríamos como en los tiempos de Carles Puigdemont, esto es, condenados a que se perpetúe el bloqueo ante la aspiración a la independencia y la evidencia de que esa solución es inaceptable para el resto de España. Y no solo por la convicción en la unidad del Estado, sino porque no cabe en el ordenamiento constitucional. Aspirar a esa independencia es una posición ideológica válida en democracia, pero imponerla unilateralmente desde el poder autonómico solo sirve para lo que ya conocemos: la condena judicial. Es la consecuencia lógica de saltarse la legalidad a sabiendas, de manera que no cabe hablar de «presos políticos», sino de políticos que están presos porque sabían que estaban vulnerando el ordenamiento jurídico.

La cita electoral también supone un examen difícil de aprobar para Ciudadanos y el Partido Popular. La formación que lidera Inés Arrimadas puede pasar de haber sido la primera fuerza política en Cataluña a quedar por detrás de Vox, un riesgo al que se enfrenta también el Partido Popular. Si así fuera, los dos partidos deberían reflexionar a fondo sobre el precio que están pagando con las alianzas autonómicas y locales con Santiago Abascal.

Y en cuanto a Unidas Podemos, este 14F puede confirmar, como ya se vio en el País Vasco y Galicia, que el partido morado y sus confluencias autonómicas están en un proceso de deterioro que puede convertirlos en testimoniales. Pablo Iglesias, tan preoccupado por la «normalidad democrática», haría bien ren preguntarse por qué la pérdida de votos empieza ser la 'normalidad' en su partido.

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