Caos en la Delegación del Gobierno

Pasó lo que hace tiempo se intuía: el muelle de Arguineguín se desbordó y el problema se trasladó desde Mogán al centro de Las Palmas de Gran Canaria. La alcaldesa Onalia Bueno, hábil en reflejos, le endosó la problemática (la imagen de la misma) a Anselmo Pestana. Al estilo de un grito de hastío de Canarias hacia el Gobierno central, trasladó a las puertas de la Delegación del Gobierno el drama dantesco que lleva meses clamando al cielo ante el silencio y la inacción de los políticos. Y justo cuando el ministro del Interior hizo sus declaraciones, irreales, sobre el límite de horas que pasaban los inmigrantes irregulares en el puerto moganero. En total fueron 225 los inmigrantes liberados del sur de Gran Canaria; muchos llegaron a la capital y otros deambularon por el municipio sureño sin rumbo. La preocupación de los vecinos se desató enseguida y fue pasto de las redes sociales en una tarde, la de ayer, que simboliza que la bola de nieve ha ido un paso más allá mientras Fernando Grande-Marlaska se escuda en pretextos infundados.

Las islas es asunto secundario en Madrid. Porque las llamadas del delegado del Gobierno han sido directamente desatendidas o valoradas a destiempo en el mejor de los supuestos. No importamos. Estamos en un segundo plano. Y el cronograma de la visita de los diferentes ministros hasta ahora no ha servido de nada. Por cierto, ¿a dónde irán a partir de este momento a girar las siguientes inspecciones protocolarias? Puede que pasen por la plaza de La Feria donde anoche no se sabía en qué lugar pernoctarían. Y todo esto ocurre mientras proliferan reportajes en medios de comunicación extranjeros contando que es imposible compatibilizar el negocio del turismo con una planta alojativa dispuesta a la inmigración irregular como solución indefinida. Toda una invitación masiva a los europeos para que no vengan más, para desincentivar su expectante viaje cuando retorne una cierta calma y normalidad.

A estas alturas, y ya es decir, la trifulca entre Pestana y Bueno es un tema en el alero que, en realidad, representa el gran desbarajuste que empezó en Arguineguín y ha llegado a pleno centro de la urbe. Pero como somos una isla no habrá forma de hacer lo que tocaría en otra fase: alcanzar las inmediaciones del ministerio de José Luis Escrivá o Grande-Marlaska o, ya puestos, de La Moncloa donde Pedro Sánchez no ha manifestado medida firme sobre la gravedad de las circunstancias en el archipiélago. El hacinamiento en el puerto moganero es inhumano. Como es natural el cansancio de los efectivos policiales que asumen que hay mareas imparables y, en este caso, cargado de razones. Este martes fue una jornada de desconcierto completo. Hoy tiene la pinta que se repetirá o puede que se agrave. El empresariado y los sindicatos suman sus voces en una protesta que, si se hubiera concienciado antes, ya habría tomado mayor contundencia hace semanas cuando alguien tuvo la ocurrencia de que los hoteles era la fórmula mágica. Y, sin duda, la complicación se recrudecerá.