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Arucas y los represaliados

«El homenaje y entierro fue a unos hombres jóvenes (muchos no llegaban a los treinta años) que defendieron la Segunda República y votaban a las izquierdas»

Jueves, 1 de enero 1970

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Ayer se vivió en Arucas una jornada de reivindicación de memoria histórica al darle, por fin, digna sepultura a 14 represaliados arrojados al pozo de Tenoya tanto en los primeros compases de la Guerra Civil como después cuando las noticias del frente que llegaban al archipiélago era tan solo la de los golpistas y su cruzada nacional. En Canarias no hubo trincheras, bombardeos o batallas como la de la Ciudad Universitaria de Madrid, Belchite, Brunete o Teruel. Pero sí represión y muy silenciada por un largo tiempo donde, en el mejor de los casos, tan solo la transmisión oral de generación en generación permite ahora restablecer la verdad y ejercer la dignidad democrática.

El homenaje y entierro fue a unos hombres jóvenes (muchos no llegaban a los treinta años) que defendieron la Segunda República y votaban a las izquierdas. Pagaron con su vida por preservar en lo que creían políticamente. Eran jornaleros y trabajadores manuales y no disponían de una educación refinada o de un pensamiento depurado, sino a base de corazón y convicciones personales intentaron resistir y no ser partícipe del golpe de Estado en Gran Canaria. Una forma de vivir asfixiante cuando sabes que ya ha triunfado el otro bando en las islas, estás lejos de la península y reconoces que nadie va a venir desde allá para rescatarte o restablecer el régimen democrático republicano porque se antoja más difícil desde que los generales golpistas avanzan primero por el norte peninsular y luego en el resto. Me quedo con esa soledad y miedo que tuvieron que experimentar cuando interiorizas que todo está perdido y en cualquier momento pueden acercarse a tu casa para darte el paseíllo.

Fueron asesinados por abanderar la justicia social y por proteger unos derechos de clase. Y en torno a Arucas muchos trabajaron a destajo en las plataneras de las inmediaciones donde los abusos y atropellos del patrón estaban a la orden del día. Una imagen o recreación histórica que uno puede imaginarse desde la trasera de la iglesia en el centro de Arucas e intuir lo que era el conflicto social en sus alrededores en un tiempo no tan lejano.

Cuando se llega a liquidar a otros por no pensar igual, no ocurre de la noche a la mañana sino que es fruto de un clima social que se va enrareciendo. Antes de 1936 en este país hubo una escalada de violencia motivada por el auge de las dos Españas. Una lección que en periodos como el actual donde se envalentonan los bloques ideológicos, se detesta la moderación y observamos como decae poco a poco el sistema del 78, es para tener más que presente. El revanchismo, el sectarismo dentro de los partidos o la trifulca con el adversario no es nada nuevo, aunque se perpetre en el universo digital de las redes sociales. No lo olvidemos.

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