Por primera vez y gracias a la carambola del voto 176, el archipiélago rompe la distancia con el resto del país y se planta en la península con orgullo.
Analizar hoy lo que conllevará esta pica en Flandes puede ser algo atrevido. Los logros históricos hay que valorarlos con perspectiva, porque únicamente la lupa del tiempo permite delimitar el tamaño de las cosas. Sin embargo, nadie duda de que el aumento al 75% de la bonificación de los viajes para los residentes mejorará de forma drástica la conectividad de los canarios con el exterior, nos acercará al mundo y, por tanto, aumentará nuestras posibilidades de formar parte del planeta en igualdad de condiciones.
El descrédito de la política de los últimos años ha provocado que muchos duden de los réditos de la gestión pública. Las fotos en los banquillos de dirigentes de casi todos los partidos nos hacen olvidar que el poder bien utilizado trae cosas buenas y, a veces incluso, extraordinarias cuando la aritmética parlamentaria brinda la oportunidad.
La medalla que se cuelga NC por colocarnos en la península a precios de español está bien merecida. Cierto que el resto de los partidos se ha subido también al carro cuando ya estaba en marcha, pero resulta de justicia reconocer que el incremento de la ayuda a los viajes entre las islas del año pasado y el de ahora a la península tiene un primer actor intelectual y político. ¿O nadie se acuerda ahora de que el Gobierno regional proponía bajar las tasas aéreas tras gastarse los cuartos en un estudio que señalaba esa medida como la más ventajosa para Canarias? Qué fácil resulta olvidar cómo algunos miembros del Ejecutivo de Fernando Clavijo apostaban por esa vía, mientras NC optó por exprimir al máximo el limón del voto imprescindible de Quevedo. El zumo lo podremos disfrutar para siempre desde que entren en vigor los presupuestos estatales de 2018. Y hasta tomárnoslo en Barcelona, Sevilla, Valencia o Bilbao a un precio más que razonable. ¡A tu salud, Pedro!