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Feijóo y la victoria de los nacionalismos

Jueves, 1 de enero 1970

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La clave territorial iguala o supera al eje izquierda-derecha en el debate político en España. La alegría anoche se repartió en las sedes del PNV, EH Bildu, BNG y del PP gallego donde, a su modo, también atesora la defensa de la esencia de un galleguismo moderado. Una realidad producto, en última instancia, de la recomposición del puzle que genera la disyuntiva del ‘procés’ y la tensión territorial (que tiene como réplica la irrupción de la ultraderecha) y que el PSOE todavía no ha comprendido y ahora lo paga caro; ni con la aparente frescura del reciente Gobierno de coalición de izquierdas logra Pedro Sánchez subir considerablemente en ninguno de los territorios históricos. El PSOE, a efectos prácticos, se estanca en Galicia y Euskadi en unos parámetros similares a los de 2016, los anteriores comicios, cuando entonces fue aquella trifulca en Ferraz en aquel célebre Comité Federal que dividió al partido (la pugna de Sánchez y Susana Díaz) y gobernaba Mariano Rajoy. Nada nuevo, por otra parte, si tenemos en cuenta la crisis de la socialdemocracia en Europa. Eso explica la enorme subida del BNG y también el aumento de EH Bildu. Y es que ayer lo importante era la letra pequeña, especialmente en el lado de la izquierda; quién ganaba en Galicia y Euskadi estaba cantado de antemano.

El PSOE tiene un problema. En Euskadi, en 2009, alcanzó Patxi López 25 escaños, y este domingo todo lo que no fuese quedarse al menos en 12 diputados era un fracaso para la organización. Un runrún que ya asomaba durante la tarde, con más motivo fruto de la baja participación. También Podemos tiene su particular problemática: el PSOE le está haciendo el abrazo del oso. Un efecto habitual tras un experimento de Gobierno entre varios socios. Los votantes de Podemos se fueron en Euskadi a EH Bildu y, en menor medida, al PSE-EE. Y, para más inri, Sánchez en Galicia no retiene la fuga de Podemos.

Si en 2021 entramos en una dinámica de recortes estimulada por la austeridad de la eurozona y, por lo tanto, la crisis económica se acelera, la quema de Sánchez puede ser muy significativa, por mucho que absorba la base sociológica de Pablo Iglesias. Adquiriría la agenda estatal un aroma similar al tramo final de José Luis Rodríguez Zapatero en La Moncloa.

El PNV ha obtenido 31 actas. Un éxito incontestable. Recordemos que su mejor resultado fue en 1984 de la mano de Carlos Garaikoetxea que cosechó 32 asientos cuando aún no se había producido la escisión de Eusko Alkartasuna. Iñigo Urkullu abandera el valor de la estabilidad. Y un dato capital: PNV y EH Bildu superan el 66% de los votos. A esto tan solo hay que añadirle el desconcierto dentro del PP en cuanto que la operación de Pablo Casado de concurrir junto a Ciudadanos en Euskadi ha sido un fracaso. La sombra de Alberto Núñez Feijóo sobrevuela en el cuartel general de Génova.

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