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El líder del PP, Pablo Casado, busca fórmulas para que las derechas –prioritariamente su partido y Ciudadanos, pero también Vox y las formaciones regionalistas conservadores- concurran electoralmente bajo una sola marca: España Suma. Ya se experimentó en las autonómicas de mayo en la Comunidad Foral, con Navarra Suma que mejoró en votos y escaños lo que por separado habían conseguido UPN, PP, Ciudadanos y UPyD en las autonómicas del 2015. Pero no se debe olvidar que Navarra tiene algunas peculiaridades que no son exportables al resto del territorio estatal.

Casado es plenamente consciente de que, con tres derechas estatalistas en el mercado electoral, con el PP en los resultados más bajos de su historia y con sus malas relaciones con los nacionalistas de Cataluña y del País Vasco, resulta imposible vencer a Pedro Sánchez y a un hipotético Gobierno sustentado en el PSOE y el resto de las formaciones progresistas.

Ahora se trata de trasladar esa fórmula navarra al conjunto de las comunidades ante unas eventuales elecciones en el próximo mes de noviembre. El objetivo es que no se vayan a la papelera votos de la derecha concentrándolos en una sola opción electoral y, consiguientemente, intentando mejorar los resultados en número de escaños. De manera especial en aquellas circunscripciones de escasa población, en la que se juegan pocas actas.

No debe sorprender que algunos dirigentes populares hayan abierto las puertas a la extrema derecha que, a fin de cuentas, son, como es el caso de Santiago Abascal, antiguos compañeros que abandonaron la casa común no hace tanto tiempo y que retornarían a ella, cual hijos pródigos, tras una breve escapada. Hijos pródigos con los que se han entendido para conformar gobiernos en Andalucía y en Madrid.

Moderar o radicalizar

Cabe preguntarse si esa plataforma común, España Suma, servirá para moderar y centrar al mundo de Vox. O, por el contrario, para contribuir a configurar una derecha más extremista y populista, potenciando el discurso contra la inmigración y contra el feminismo, así como acentuando los perfiles más centralistas frente al Estado autonómico. La radicalización experimentada, tanto por Casado como por Albert Rivera, hace pensar lo segundo.

Aunque siempre surge la duda de si todos los actuales votantes de Ciudadanos estarían dispuestos a apoyar planchas electorales en sus respectivas circunscripciones integradas por gente del PP y de Vox. En mi opinión, la suma no sería, en cualquier caso, automática, pero, probablemente, podría ayudar a mejorar las actuales expectativas del bloque conservador, hoy lejos de superar en escaños a la suma del PSOE y Unidas Podemos. A lo que también ayudaría un mayor abstencionismo de la gente de izquierdas frustrada por el fracaso en las relaciones entre PSOE y UP y la imposibilidad de formar gobierno.

Mejores expectativas aún, si en la operación electoral que están intentando construir logran aunar también los dispersos votos de las opciones regionalistas: Foro Asturias, Unidad Valenciana, Unión del Pueblo Leonés, PI-Proposta per les Illes, Por Ávila, Plataforma Por el Pueblo Soriano.

¿Y Coalición Canaria? Numerosos medios de comunicación estatales colocan a CC entre los llamados a entrar en el reino de los cielos de esta nueva alianza conservadora. Resulta de entrada coherente, al menos si hacemos caso al comportamiento del periodo reciente, en Canarias y en Madrid, por parte de algunos destacados dirigentes de la formación, reconociéndose como parte del espacio de centro derecha, como hizo el expresidente Clavijo, o acentuando hasta el límite sus críticas a Unidas Podemos, pero también al PSOE.

Progresistas

Otra cosa resulta si sondeamos a diferentes líderes de CC en los distintos territorios insulares. Desde Fuerteventura, por ejemplo, Mario Cabrera rechazaba esa opción y hablaba abiertamente en canariasahora eldiario.es de una Coalición ubicada en el espacio de progreso. «No hay ninguna posibilidad de compartir una plataforma electoral conservadora y centralista como la que plantea el PP. No tenemos nada en común: nuestro proyecto es nacionalista, canario y progresista», aseguró. José Miguel Barragán, secretario general de CC, no fue menos claro en declaraciones a los informativos de Onda Cero: «La respuesta es un no rotundo. Coalición Canaria es un proyecto nacionalista con identidad propia».

Sería muy interesante saber qué piensan al respecto Ani Oramas, José Manuel Bermúdez, Pedro Sanginés o Fernando Clavijo. Pocas dudas albergo sobre la oposición frontal de Juan Manuel García Ramos, líder del PNC, a semejante y envenenada propuesta.

Tengo la impresión de que CC perdería capacidad de decisión en esa alianza. Y que la situación actual de alejamiento del poder, en el ámbito autonómico, pero también en el insular y local, no le debiera llevar a decisiones precipitadas. Que pueden chocar y condicionar la reflexión nacionalista anunciada para la Convención de otoño. Y que, además, impedirían cualquier posibilidad de acercamiento y unificación del espacio nacionalista en el Archipiélago.

Como he señalado en otras ocasiones, considero esencial la existencia de un espacio nacionalista fuerte en Canarias. No formo parte de los que se alegran del descalabro de CC y festejan por anticipado su posible desaparición. Espero y deseo que no se produzca. Y, asimismo, vería como un completo fracaso que una parte esencial del nacionalismo, la que ha constituido CC en el último cuarto de siglo, con sus aciertos y errores, termine siendo absorbida por formaciones estatalistas. Como sentiría como un fracaso que Nueva Canarias, con más corta trayectoria y evidentes limitaciones en su implantación territorial, terminara siendo asimilada por el PSOE, por Unidas Podemos o por el Más País de Iñigo Errejón.

Desde mi punto de vista, el nacionalismo canario debe rechazar esos y otros cantos de sirena y mantener su completa autonomía con respecto a los partidos estatales. Debe disponer de organizaciones propias cuyo centro de decisión se encuentre en las Islas, ampliar su base social y abanderar un programa de progreso hecho en Canarias y para Canarias -apostando por mayores niveles de equidad, medioambientalista, impulsor de la diversidad económica y que apuesta por los productos locales, feminista e implicado en la identidad canaria- con el objetivo de hacer avanzar esta tierra, de mejorar las condiciones de vida de su gente; y, al tiempo, con capacidad para defender con fortaleza a Canarias en Madrid y en la Unión Europea.

Por último, con relación al plano más inmediato, entiendo que el nacionalismo canario debe iniciar reflexiones urgentes sobre fórmulas de cooperación entre sus organizaciones realmente existentes, Coalición Canaria y Nueva Canarias, en el caso, cada vez más probable, de una convocatoria de elecciones generales en el próximo mes de noviembre. Para que, lejos de restar, Canarias sume.

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