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Lo único que tiene la izquierda (PSOE y Podemos) para superar a la derecha en el debate político es la capacidad intelectual. Porque a recursos financieros nunca podrá igualarse. Si la izquierda renuncia a su capital humano, se despuebla de cuadros y no ostenta esa especie de blindaje al estilo del que tenían las formaciones socialistas y comunistas el pasado siglo, no tiene nada que hacer ante la derecha. En puridad y en última instancia, todo se reduce a eso cuando abanderas la justicia social frente a la desigualdad; a una contraposición entre los posibles económicos con el discurso político de la razón moral. Desde que los partidos políticos ya no son formaciones de masas, esta premisa se vuelve aún más ineludible.

Las redes sociales sirven para movilizar al electorado, para estimular a tus votantes y si acaso para hacerte visible (rol más bien este a desempeñar por los medios de comunicación) pero no facilita nutrir intelectualmente a las siglas de turno. Pues en las redes sociales está lo mejor y lo peor de cada casa, como en la vida misma. Pero la instantaneidad nunca favorece el debate sosegado que es el que conforma los grandes relatos políticos.

Si el centroderecha y el centroizquierda languidecen, aumenta el fervor populista que puede tomar múltiples rostros. Y cuando esto ocurre estamos en un pasaje similar, tomando las debidas distancias, al de la Europa de entreguerras. Entonces quebró el concepto de democracia liberal, pero bien que fue retomado (aderezado por el Estado de Bienestar) tras la Segunda Guerra Mundial. Estamos ahora en un momento creciente de convulsión política en el que sobrevendrán cambios importantes, tanto en nuestro país como en el conjunto del Viejo Continente.

Si la democracia representativa entra en crisis: ¿qué le sustituirá? Algo tendrá de cierto cuando se defiende que las elecciones se ganan en el centro. Pero claro, esto es así cuando existen clases medias desahogadas. Si con la Gran Recesión esto decae, significa que no hay centro electoral ganador en cuanto que el agravio es tan significativo que todos quieren transformaciones casi revolucionarias. A mayor desempleo, a más sueldos ínfimos, a una desigualdad rampante,... se contesta con indignación. En Gran Bretaña, Alemania, Francia e Italia el sistema de partidos ha sufrido, en mayor o menor medida, percances. Y todo apunta a que en Londres y en Berlín las opciones conservadoras serán las que triunfen en las urnas. Porque si destacan los temores, la población que queda con posibles económicos se refugia en la certidumbre. A fin de cuentas, todo esto es una reproducción similar a episodios ya vividos durante el siglo XX. La Historia nunca se repite, pero conviene manejarla si quieres evitar errores del pasado.

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