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En el año 2010 Stéphane Hessel, un nonagenario francés que fuera miembro de la Resistencia, superviviente del campo de concentración de Buchenwald y uno de los redactores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, escribió un alegato contra la indiferencia y a favor de la insurrección pacífica que tituló Indignaos y que sirvió de manual al movimiento de indignados que en los primeros años de esta década cobró forma en un sinfín de lugares y que aquí se materializó en el 15M.

De entonces a hoy mucho de lo pregonado y pretendido se edulcoró, aunque el frentismo sigue siendo, e incluso más, la razón de ser y hacer política, hasta el punto de que se ha acentuado la promoción de las pasiones frente a las razones y los hechos de los antagonistas, porque, en palabras del catedrático Enrique Gil Calvo, lo que hoy se pretende es la «telenovelización», es decir, «hacer de cada lance político una piedra de escándalo, de modo que los espectadores se dejen invadir por la indignación moral contra el adversario, convertido en enemigo del pueblo por el discurso infamante de sus contrarios». Eso sí, con uno u otro discurso según la coyuntura.

Y en esas estamos, de uno a otro confín. Así, en estos días hemos sido testigos de como el presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo, el mismo que forzó la marcha de su antecesor, Paulino Rivero, argumentando que la política de enfrentamiento que éste mantenía con el Gobierno de Madrid era contraproducente, promovió un frente contra el Ejecutivo del Estado por el maltrato presupuestario y displicencia gestual que éste nos brinda.

El presidente del PP en Canarias, Asier Antona, secundó el coyuntural y fugaz frente contra el gabinete de Pedro Sánchez alegando que Canarias ya no es prioritaria para el Gobierno de España; olvidando que en los tiempos en que gobernaba Rajoy se desgañitó contra las denuncias del anterior presidente canario a las drásticas reducciones que sufrieron las inversiones estatales en las islas, más el frente petrolero, vía ordeno y mando, que quisieron imponer.

El presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales, y su vicepresidente, Ángel Víctor Torres criticaron a Clavijo el enfrentamiento; Torres, incluso, le acusó de deslealtad institucional, cuando ambos fueron protagonistas en este mandato de un virulento desencuentro con el Gobierno regional a cuenta de los criterios de reparto de los Fondos para el Desarrollo de Canarias (Fdcan).

Los de Podemos dijeron que lo del frente clavijista era puro oportunismo y hasta belicoso y Pablo Echenique, secretario general, ha llegado a afirmar a nivel general que «hacer política con el enfrentamiento es miserable». ¡Ya el conejo me risco la perra!

Lo dicho, ¿quién escapa?

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