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El gatillazo de Iglesias

José L. Reina

Jueves, 16 de julio 2020, 04:40

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El último informe del CIS refleja datos de mucho interés para comprender las consecuencias políticas que deja el desafío independentista en Cataluña. Un acontecimiento de semejante calado en la opinión pública, hay que analizarlo también en clave electoral, y eso es algo que saben muy bien todos los partidos.

Más allá de Puigdemont, Junqueras o Rajoy, indudables protagonistas de este proceso, los actores secundarios han jugado un papel clave, del que algunos salen muy bien parados, como el caso de Rivera, y otros en cambio no han sabido aprovechar el momento para conseguir sacarle un rédito político, como el caso de Sánchez, y en mayor medida de Iglesias.

Es evidente que el líder del partido naranja jugaba en casa, hay que recordar que su formación política nace por y para combatir el nacionalismo e independentismo catalán, y ha sido el único líder en mantener una contundente postura desde el comienzo, pidiendo la ejecución del famoso artículo 155 cuando el resto aún ni se lo planteaba. Una contundencia que se ha visto recompensada no solo con la aplicación del artículo, sino con unos datos optimistas tanto a nivel de partido, el suyo es el único que crece en intención de voto, como a nivel personal, siendo el líder mejor valorado del panorama nacional.

Por contra, Pedro Sánchez no ha sabido jugar este partido. Su indecisión y ambigüedad al comienzo, queriendo quedar bien con todos, le ha pasado factura a su partido. No solo no recorta distancias con el PP, sino que retrocede en intención de voto.

Pero como en todas las batallas, hay grandes vencedores y grandes derrotados. Y en esta, el gran derrotado es Podemos, y en mayor medida su líder, Iglesias. Las crisis nacionales requieren de respuestas nacionales, y es algo que él no ha sabido hacer. El hombre que soñó con el sorpasso, es hoy el rey del gatillazo. Ya nada queda de aquel líder fresco que ponía contra las cuerdas al resto de portavoces en los numerosos debates dialecticos. El que fuera su equipo de confianza, los fundadores del partido, son ya historia. Se ha quedado solo en una burbuja de la que le costará salir. Él, utilizando la estrategia de Trump, lo achaca a los “continuos cañoneos” que sufre. Pero esto no se trata de víctimas y abusadores. Los numerosos frentes en los que batalla, con enemigos internos y externos, su obsesión por afianzarse en el trono morado, y su nula contundencia en el desafío catalán, han hecho que el futuro a corto plazo de Podemos sea tan efímero como su ascenso.

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