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El extraño caso de Maikel Mesa

Quique del Rosario

Jueves, 1 de enero 1970

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Si no juega Maikel Mesa contra el Málaga, no jugará nunca». Así se claro se expresaba el taxista que me trasladaba a casa tras una cena de amigos, a la espera de conocer la convocatoria para el importantísimo partido en La Rosaleda.

No es que el vaticinio del profesional del volante se ajustara a la realidad. Es que ni siquiera se acercó, ya que ni la baja de Peñalba por sanción, fue motivo para que el tinerfeño entrara en la lista de convocados. Tengo que admitir en su descargo que bajo mi humilde punto de vista, también resultó sorprendente la decisión de excluirlo.Con Galarreta que va creciendo en su juego y Timor, que sigue siendo intocable, dos jugadores se disputaban el puesto en el once. Maikel Mesa y Javi Castellano buscaban su oportunidad.

Finalmente ganó la mano el gemelo, pero es curioso que el tinerfeño no encontrara un hueco ni en el banquillo cuando son muchos los que reclaman más oportunidades para el ex del Nástic de Tarragona.

En cambio, Herrera decidió dejar en la recámara a dos centrales, Aythami, por primera vez convocado -que no entró en el terreno de juego- y Deivid, que volvió a participar en un partido después de un largo periodo de ostracismo, sustituyendo a Timor.

Deivid se incrustó en el centro del campo y lo cierto es que lo hizo bien durante los escasos minutos que estuvo sobre el césped.

Emulando sus inicios en Primera División con el Sevilla a las órdenes de Míchel o algunos partidos en el Córdoba, se desenvolvió bien al corte y en la salida del balón hasta que una entrada a destiempo sesgó de raíz su momento. Roja bastante rigurosa y al vestuario. La suerte no parece estar de su lado.

Extraño es el caso de Maikel Mesa. Un jugador por el que se desembolsó una importante cantidad de dinero, para la categoría, en el mercado veraniego -700 mil euros- y que juró amor y compromiso eterno a los colores.

Salvo en algunos momentos de desconexión, lógicos por otra parte por la falta de continuidad, el lagunero ha rayado a un buen nivel. Trabajo y brega no le faltan y lo adereza, además, con llegada a la portería contraria. No en vano, y desde su posición retrasada, ha aportado cuatro goles. Tres en Liga y uno en Copa del Rey. Unos números más que notables para un centrocampista.

Puede presumir de ser el tercer máximo goleador de la temporada tras Rubén Castro y Rafa Mir sumando las dos competiciones. Lejos de quejarse, sigue trabajando con humildad.

La inesperada cesión de Christian Rivera, jugador de moda en el Huesca, también merece un capítulo aparte: Para reflexionar.

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