Borrar
Vea la portada de CANARIAS7 de este viernes 29 de marzo
El clima político

El clima político

«La Real Academia de la Lengua, como la Iglesia católica, debe seguir existiendo porque, sin su mandato, las mujeres podríamos descarriarnos»

Jueves, 1 de enero 1970

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Decía el otro día la filóloga Eulàlia Lledó que la RAE tiene la idea «curiosa» de que «manda sobre la lengua y eso es demoledor». Lo comentaba a propósito del director de la Real Academia Española, Darío Villanueva, que fiel a la legendaria misoginia de la institución estimaba que «no hay clima político» para que la Constitución se reescriba con lenguaje inclusivo.

Debemos entender que instituciones como la RAE o la Iglesia católica se legitiman contribuyendo a conservar el statu quo. En el marco de nuestra Ilustración tardía, la Real Academia de la Lengua se estableció en el año 1713 por obra y gracia del VIII marqués de Villena y duque de Escalona, Juan Manuel Fernández Pacheco. Desde entonces, buena parte de su utilidad ha consistido en establecer quién es ilustrado y quien no o, lo que es lo mismo, quien tiene derecho a estar en la vida pública. Es decir, los que supieran escribir, pues la vida pública se hacía por aquel entonces escribiendo. De ahí viene la costumbre de burlarnos de los que cometen alguna falta de ortografía, delito muchísimo más deshonroso que violar en manada a una joven. Lo contrario también es cierto: tendemos a reverenciar a cualquier periodista de pulida prosa, por muy sinvergüenza que sea.

En una democracia, tanto la RAE como la Iglesia católica pierden buena parte de su estatus, pues toda forma de autoritarismo es sospechosa, sea de carácter religioso o lingüístico. La misma Constitución que no exige que para presentarse a unas elecciones una tenga que ser católica, tampoco exige acatamiento a la RAE. Esto puede resultar doloroso a lo más granado del conservadurismo lingüístico patrio, pero las cosas son así: se puede presidir el país siendo analfabeto. Ahora bien, puede estar una segura de que un analfabeto o analfabeta en la presidencia sería infinitamente más repudiado/a que un jefe del Estado, pongamos por caso, que cobrara comisiones a los árabes. Mientras ese jefe de Estado no cometiera ningún error ortográfico al escribir un nombre difícil como Corinna zu Sayn-Wittgenstein, los académicos seguirían postrándose a sus pies.

La RAE, como la Iglesia católica, debe seguir existiendo porque, sin su mandato, las mujeres podríamos descarriarnos y acabar erigiendo otra torre de Babel en la que, disuelta toda regla del lenguaje, ya no nos entenderíamos las unas a las otras y no podríamos organizar la revolución feminista que, según ellos mismos, no tiene objetivo mayor que meter a más mujeres en la RAE.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios