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Educación contra el machismo

Educación contra el machismo

«En el fondo está el sistema educativo y las familias, incapaces de reorganizar la cultura en torno a otros valores y superada por el perverso efecto de las nuevas tecnologías»

Jueves, 16 de julio 2020, 22:33

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En lo que llevamos de año 44 mujeres han sido asesinadas a manos de sus parejas. En 2017 se registraron 166.620 denuncias por violencia de género, la cifra más alta de la historia desde que existe registro de estos hechos. De cada 10 denuncias de violencia machista, sólo 2 terminan en condena, lo que genera un efecto de impunidad que dificulta gravemente que las mujeres víctimas del maltrato denuncien e indica que, a pesar del alto grado de conciencia en la sociedad, el problema está muy lejos de solucionarse.

La violencia de género provoca tan alto grado de sufrimiento en quien la padece y el entorno familiar, los hijos, que todos los esfuerzos por erradicarla son pocos. Milenios de cultura machista y de violencia patriarcal han arraigado en la conducta de tal forma que tendrán que pasar varias generaciones para mitigar y erradicar esta lacra de la miseria humana. Sólo una educación adecuada, medidas legales contundentes, políticas de apoyo a las víctimas, atención especializada en servicios sociales, juzgados y policía, campañas institucionales eficaces y dinero presupuestado para todo ello, podrán ayudar al largo combate social que han iniciado las víctimas.

La raíz del problema, como otros tantos de las sociedades patriarcales, es básicamente educativo. Los roles machistas se trasmiten con excesiva facilidad a través de la cultura imperante sin que nadie lo remedie en el capitalismo que logra vender lo uno y lo contrario. Lo grave, es que las nuevas generaciones, lejos de adoptar roles menos inquietantes, acogen el machismo como ideología propia. Todas las encuestas y los expertos detectan que los jóvenes españoles han fortalecido esas ideas que, además, trasmiten, sin pudor ni límite legal, a través de las redes sociales, haciendo del machismo un valor en alza. Preocupa seriamente que después de un siglo de luchas del feminismo y de la relevancia de los valores de igualdad que trasmiten, sean las mujeres más jóvenes, las que de nuevo, se conviertan en baluartes y defensoras del machismo, en transmisoras y víctimas de la neoideologia machista y violenta, desprovista de argumentos, pero cargada de actitudes y hechos.

En el fondo está el sistema educativo y las familias, incapaces de reorganizar la cultura en torno a otros valores y superada por el perverso efecto de las nuevas tecnologías, que dan rienda suelta, sin control parental ni legal alguno, a hechos culturales claramente involutivos.

El acceso libre a la pornografía desde la infancia, en la que la mujer sigue siendo un objeto y sin ningún tipo de referencias morales y éticas, más que las que impone la cultura de la pandilla y el acceso indiscriminado a la información, convierten a los jóvenes en dianas fáciles para negocios millonarios que explotan a la mujer y la violencia como binomio muy rentable.

El caso de la Manada es el paradigma de lo que hablo. Jóvenes, mínimamente formados, integrados en la sociedad, consumidores de internet y de pornografía dura, se lanzan a la violación y la violencia, la comentan en las redes sociales, graban y comparten vídeos, se jactan de sus hazañas, buscan víctimas debilitadas por el alcohol en macro fiestas a las que agreden en grupo. Y no se arrepienten, porque ven con normalidad lo que han hecho.

Por ello es necesario que el mayor esfuerzo se ponga en la educación. No se trata de abandonar las líneas policiales y judiciales contra los delitos de violencia de género, pero hay que pensar que ese, la agresión y el asesinato, son el triste final de una mente alimentada por una cultura que la inspira y la impulsa, que no repudia, que adopta como rol normalizado. Es el triste final de la involución que estamos sufriendo, de la degradación, de la falta de ideales, políticos, éticos y morales, de la desarticulación de las ideas a favor del consumo indiscriminado de internet . O somos capaces de encarrilar a las generaciones que nos preceden o habremos perdido una larga batalla, especialmente dada por el feminismo y por las millones de mujeres víctimas y anónimas que han plantado cara a la manipulación y a la violencia, psicológica o física, de sus parejas.

Este drama que parece que se nos escapa de las manos merece un nuevo acuerdo político y social, con la educación como eje fundamental, si no queremos que, en pocos años, nuestro país se reconvierta el recalcitrante estereotipo del españolito que nació de la dictadura y el desarrollismo turístico, sin mucha ideología expresa, pero con ideas sobre la mujer y su papel en la sociedad y en la pareja, que nos colocan en las antípodas de las conquistas sociales de este siglo.

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