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Ecotasa y turismo sostenible

Jueves, 1 de enero 1970

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El turismo se consolida en todo el mundo como una gran industria que crece de manera exponencial. Según datos de la Organización Mundial del Turismo (OMT), se ha pasado de los 680 millones de turistas del año 2000 a los más de 1.300 millones de 2017. El gasto era de 460.000 millones de dólares en 1996 y, en 2017, triplicó ampliamente esa cifra hasta alcanzar los 1,3 billones. En nuestro caso, el canario, representa el 35% del PIB y el 40% del empleo.

Numerosos factores han permitido su expansión en este siglo: el aumento de los viajes a bajo coste, el incremento de la demanda en los países emergentes, la extensión de las plataformas digitales de alojamientos... Paralelamente, ha surgido un debate sobre sus consecuencias medioambientales, culturales y sociales: masificación, transformación de entornos urbanos que quedan completamente turistizados, modificación en la oferta comercial y del conjunto de servicios, efectos negativos en el acceso a la vivienda de los residentes, etcétera. Aunque el fenómeno todavía es reciente, en algunos lugares -Venecia, Ámsterdam, Barcelona...- sectores cada vez más amplios de la población no se sienten beneficiarios del turismo, sino todo lo contrario.

Cada vez se reflexiona más sobre la necesidad de un turismo sostenible, que genere riqueza, empleo y bienestar en las sociedades receptoras de visitantes, pero que también sea capaz de proteger su naturaleza, su territorio, su patrimonio cultural y la propia identidad de éstas.

Medio natural

En ese marco de apuesta por un turismo sostenible se inscribe la ecotasa que defendemos desde Nueva Canarias (NC). Se precisan recursos si queremos un turismo que aumente en cualificación, que mejore los espacios obsoletos, que incremente la formación de sus trabajadores y trabajadoras, que proteja el medio natural y el patrimonio.

Numerosos destinos turísticos consolidados de todo el mundo cuentan ya con un instrumento similar. Una medida semejante se aplica en prácticamente todos los países europeos, así como en las principales potencias turísticas mundiales, como Francia y Estados Unidos. También en otros países como Marruecos y destinos como el Mediterráneo. Así como en ciudades que reciben mucha afluencia turística, como Nueva York, París, Roma, Florencia, Venecia, etcétera. Los otros dos grandes destinos turísticos españoles, Cataluña y Baleares, cuentan también con una tasa. En el contexto de reducción de visitantes del año 2018, estas dos comunidades han resistido mucho mejor que Canarias.

Hace cuatro años, en febrero de 2015, Nueva Canarias llevó su primera propuesta de tasa turística al Parlamento de Canarias. Entonces nos quedamos solos. Nuestra proposición de ley ni siquiera fue tomada en consideración por el pleno de la Cámara, por los votos en contra de CC y PSOE, que entonces cogobernaban, y del PP.

Ahora son más los que, con sus matices y apreciaciones, comparten nuestra Proposición de Ley para establecer el Impuesto sobre las Estancias en Establecimientos Turísticos: los grupos de Podemos y PSOE en el Parlamento, UGT y CCOO, casi todos los municipios de sol y playa de Canarias, los consejeros de Turismo de CC de Tenerife y Lanzarote, Alberto Bernabé y Echedey Eugenio Felipe, respectivamente, el PNC y la mayoría gobernante en el Cabildo de Gran Canaria.

Incluso sintoniza con la propuesta, la resolución del presidente del Cabildo tinerfeño de CC, Carlos Alonso, ampliamente apoyada por el pleno de la Corporación tinerfeña, a favor de la tasa para los coches de alquiler. Pero pese al cada vez mayor apoyo social, ciudadano y político, fue frenada en la Cámara canaria por el rechazo frontal de CC, PP y ASG, impidiendo otra vez su toma en consideración. Hay que destacar que los partidos que apoyamos la tasa representamos ya a 70.000 votantes más que los que se oponen a esta.

Una propuesta de tasa turística que se configura como un impuesto propio de la Comunidad Autónoma Canaria, cuya recaudación se dirigiría a la mejora de la calidad de la actividad turística. Del total de sus ingresos, la mitad iría para el Gobierno de Canarias y la otra mitad para cabildos y ayuntamientos. Debe dedicarse, de forma finalista, a la renovación de las infraestructuras turísticas públicas, al impulso de un turismo sostenible, a la preservación de los espacios y recursos naturales, a la recuperación del patrimonio histórico y al mantenimiento del paisaje agrario

Renovación

Las necesidades son muchas. De hecho, la Memoria de Evaluación de la Ley 2/2013 de Renovación y Modernización Turística, presentada en el Parlamento canario en octubre de 2014, en su apartado 4.5 «inversiones económicas realizadas y potenciales», realiza una estimación de la necesidad de inversión pública en el espacio público turístico de los Planes de Modernización en las cuatro islas turísticas.

Destaca que la inversión pública necesaria para actuaciones expresamente dirigidas a la mejora del espacio turístico sería de 1.463 millones de euros. Sin embargo, es ridículo (16 millones de euros en 2016, 24 millones de euros en 2017 y 38 millones de euros en 2018) lo que el Gobierno canario dedica a estas tareas, con un bajo nivel de ejecución, además. La ecotasa ayudaría a abordarlas.

La tasa turística la pagarían los visitantes por día de estancia en cualquier establecimiento turístico de las islas. El tipo de gravamen varía según la categoría del establecimiento, entre los 0,50 euros y los 1,5 euros por día de estancia. En cualquier caso, supone un gasto adicional muy pequeño en relación al gasto medio diario de los turistas que nos visitan, lo que no supondrá retracción significativa de la demanda. En las circunstancias actuales supondría unos ingresos anuales en torno a los 160 millones de euros. Lo que permitiría, entre otras actuaciones, aumentar de forma significativa las inversiones públicas en renovación de los espacios turísticos, generando actividad económica, creando empleo y mejorando la competitividad de nuestro sector turístico.

Pese a las resistencias de las derechas canarias y estatales, la ecotasa se abre paso cada vez más y terminará por imponerse, como ocurre en tantos destinos turísticos. Contribuirá, junto a otras acciones, a un turismo sostenible y puesto al servicio del conjunto de la sociedad canaria. Superando esta etapa de un Gobierno cuya actividad en el sector se limita a contar turistas, en lugar de implicarse en la cualificación de la oferta, en la preservación de nuestro territorio y medioambiente, en la mejora de la situación laboral en el sector y en una regulación rigurosa del alquiler vacacional. En hacer, en definitiva, que el turismo tenga futuro y que este vaya indisolublemente vinculado al bienestar de los hombres y mujeres de Canarias.

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