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La educación no parece haber sido la principal preocupación de los gobiernos. El sistema educativo, en el Estado español y en Canarias, experimentó todo tipo de recortes durante la crisis económica. En sus presupuestos. En el número de profesionales. En los medios de que disponían estos y sus centros educativos. Las formaciones políticas han sido incapaces de desbloquear el Pacto Social y Político por la Educación en el Congreso de los Diputados. La denostada Lomce sigue sin ser reformada.

Unos recortes de los que aún no se ha recuperado. En nuestro caso, el de Canarias, el de 2020 es el primer presupuesto en que se rompe con las negativas tendencias de la crisis, aumentando en 120 millones de euros respecto a 2019 y situándose en el 3,84% del PIB. Unos recortes que, como siempre, perjudicaron más a los más débiles.

La Ley Canaria de Educación (LCE) no universitaria del año 2014 -nacida de una iniciativa legislativa popular, impulsada por colectivos docentes y federaciones de padres y madres, así como algunos ayuntamientos- estableció en su texto que en 2022 el sistema educativo canario debería contar con unos presupuestos que deberían suponer, al menos, el 5% del PIB de la Comunidad. Al final de la pasada legislatura las cuentas públicas educativas estaban igual que en 2015 (3,69%). Esta circunstancia, en mi modesta opinión, dificulta mucho el cumplimiento de la LEC en los plazos previstos, aunque el presidente Torres ha reiterado recientemente su voluntad de que así sea.

Tampoco la educación aparece como la principal preocupación de la ciudadanía. Al menos, eso reflejan los sucesivos barómetros del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). En el más reciente publicado, el del mes de noviembre, cuando se pregunta por los principales problemas de España y en multirrespuestas aparece con un 0,8% como primer problema, por detrás del paro (35,8%), los partidos, la política y los políticos (24%), los problemas de índole económica (7,5%), la independencia de Cataluña (6,5%) y media docena de problemas más.

Si sumamos los que los ciudadanas y ciudadanas consideran consideran los tres problemas más acuciantes, en el ámbito estatal encabeza el listado los problemas de índole económica (30,2%), por delante del paro (25,1%) y la sanidad (18,5%). La educación ocupa el séptimo puesto con un 11,3%.

CANARIAS. Si realizamos esa suma de los principales problemas en el caso de Canarias, lidera el paro con un 58,4%, seguido de la sanidad (37,8%), la política (37,3%) y los problemas de índole económica (30,3%). Sin embargo, la educación ocupa el puesto número diez, empatada con la inmigración, con un 10,3%. Como puede observarse en uno de los servicios públicos fundamentales, la sanidad, la preocupación duplica en el Archipiélago la media estatal; en el otro, la educación, está ligeramente por debajo. O mirado de otra manera, la preocupación por la sanidad casi multiplica por cuatro a la de la educación.

Pese al hecho de que, a mi juicio, la preocupación gubernamental y social sobre la educación ha venido siendo claramente insuficiente, suele generarse un importante revuelo cada vez que se publican los datos del informe PISA. Este analiza las competencias básicas de estudiantes de 15 años en lectura (anulada en esta ocasión en el caso de España, por irregularidades en las pruebas), ciencias y matemáticas.

Cada informe PISA nos echamos las manos a la cabeza al comprobar que España y Canarias siguen lejos de la media de la OCDE. En esta ocasión, los titulares más destacados son que el Estado español obtiene sus peores resultados históricos en ciencias y se estanca en matemáticas.

También las diferencias entre comunidades, con Navarra (503), Castilla y León (502) y País Vasco (499), empatada con Cantabria, con los mejores resultados en matemáticas; mientras que a la cola se sitúan Extremadura (470), Andalucía (467) y Canarias (460), solo por delante de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla. En ciencias, aparecen entre los mejores los estudiantes de Galicia (510), Castilla y León (501) y Asturias (496). Y al final de la lista repiten las tres comunidades autónomas antes citadas.

DIFERENCIAS. En nuestro caso, el de Canarias, se destaca el lugar de cola que ocupamos, tanto en ciencias como en matemáticas. Lo que no deja de ser cierto. Aunque puestos a introducir matices, en matemáticas hay que valorar que reducimos nuestras diferencias con la media estatal: eran de 48 puntos hace diez años y hoy son 21 los que nos separan. Hace una década nos encontrábamos a 9,93 puntos porcentuales de la media, ahora a 4,36. En ciencias, también se acortan distancias: estábamos a 18 puntos de la media en 2015 y ahora nos encontramos a 13. Respecto a 2009, hemos reducido los puntos porcentuales de diferencia con la media de 7,37 a 2,69. En ambos casos nos acercamos, lentamente, a la media. No se puede estar satisfecho, ni mucho menos.

En los resultados influyen múltiples factores, desde las condiciones socioeconómicas de las familias y el ambiente cultural de éstas, hasta la inversión educativa, pasando por la consideración social de los profesionales de la educación. No podemos olvidar que nuestra Comunidad presenta elevados porcentajes de pobreza y exclusión social.

Modificar la realidad educativa no es fácil. Los cambios no se notan de forma inmediata y se precisa de procesos largos para poder evaluar su impacto. Hay muchos aspectos que mejorar. Desde la propia selección y formación del profesorado hasta el compromiso económico de las administraciones públicas o la estabilidad y el consenso ante las leyes educativas.

En Canarias tenemos prioridades con relación a la extensión de la educación infantil cero-tres años, la mejora de la Formación Profesional y la enseñanza de idiomas, la adecuada atención a la diversidad que se produce en las aulas, así como la superación de déficits en infraestructuras; sin olvidar la mejora de las condiciones de vida, que tanto influyen en las expectativas educativas de los niños y niñas, incrementando nuestros niveles de equidad. Lo que exige actuaciones desde el Ejecutivo y compromisos, también, de los enseñantes, las familias y el conjunto de la sociedad. Estoy convencido de que, si la educación no forma parte de la preocupación global de los hombres y mujeres de Canarias, difícilmente lograremos avanzar de manera significativa en los próximos años. Para poder superar así nuestro actual retraso.

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