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Cuento de Navidad

Cuento de Navidad

A la última ·

Lunes, 20 de diciembre 2021, 23:00

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Me lo encuentro todas las mañanas. Él va en una dirección, yo en la contraria. Anda rápido, embutido en un chándal. Al pararse en el semáforo mira el reloj para ver los pasos que le quedan por dar: tiene que hacer diez mil del tirón. Su madre le dice que está gordo, su hermana le dice que está gordo, su novia le dice que está gordo. La única que no se lo dice es su abuela. «Lo que pasa es que el crío es de hueso ancho», alega en su defensa.

Está haciendo dieta y ejercicio para poder cenar en Nochebuena con la menor culpabilidad posible, con una culpabilidad de homicidio imprudente, no de asesinato. No quiere volver a sentir la mirada reprobatoria de su madre cuando repita calamares rellenos, cuando se meta un trozo de turrón en la boca. Tampoco la de su novia. «Si es que tienes más tetas que yo», le dijo el otro día al verlo con una camiseta blanca. A veces piensa que para qué tiene novia. Para qué tiene familia. Su hermana, que le regaló el año pasado el reloj contador de pasos y calorías, le ha amenazado con regalarle por Papá Noel unas mancuernas, y sus padres ya le han dicho que le dejarán otro chándal debajo del árbol, para que tenga de quita y pon. Él lleva toda la vida pidiéndole a los Reyes Magos un cuerpo nuevo. Pero nunca le han hecho caso.

Anoche tosió, y esta mañana ha tosido al levantarse. Llega a casa y se hace un test de antígenos. Sale negativo. Llama por teléfono a su madre. «Me he contagiado, mamá», le dice. Añade que siente no poder ir en Nochebuena, que está bien, que no se preocupen, que un beso a papá. Guarda el reloj en el fondo de un cajón y se desnuda para meterse en la ducha. Y, por primera vez en mucho tiempo, no esquiva su imagen en el espejo del cuarto de baño.

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