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Apariencias de mediocridad

Apariencias de mediocridad

«El señor Clavell López nació en 1978. Como alumno debió de acabar la Educación General Básica (EGB) entre 1992 / 1993, salvo inimaginables precocidades»

Jueves, 1 de enero 1970

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Hay señorías políticas cuyas intervenciones orales ponen en duda su capacidad intelectual (intelecto como potencia racional) para ocupar cargos de tal responsabilidad. El señor Clavell López acaso podría ser una de este minoritario grupo presente en instituciones del Estado y comunidades como son el Senado y los parlamentos autónomos.

El señor Clavell López es licenciado en Historia por la Universidad de Valencia. Como tal licenciado estudió Historia del Arte. Sin embargo niega que la Santa Iglesia Catedral Basílica Metropolitana de Santa María de Burgos [sic] es un templo catedralicio. Tal disparate viene avalado por un burgalés, algo coñón el hombre: «Sí, en efecto. Hasta mediados del siglo pasado Galerías Preciados ocupaba el edificio», acaso inmatriculado (primera inscripción) por la Iglesia tras la ley Aznar de 1998.

Como poco, perplejante la afirmación del señor licenciado (a fin de cuentas no lo es por la Universidad Rey Juan Carlos, sección másteres): «La condena al PP [caso Gürtel] es más falsa que la catedral de Burgos», afirmó su señoría como portavoz pepero durante una sesión parlamentaria (noviembre 2018). Lo cual, claro, dejó anímicamente esconchabado al presidente de la Comisión, el canario señor Quevedo, no sé si por la radical descatalogación catedralicia o por la manifiesta extralimitación de su señoría, más apasionado que licenciadoramente documentado.

Todo viene por una sentencia judicial. Escrito está que La Fiscalía Anticorrupción denunció (2009) la hipotética actuación delictiva (blanqueo de capitales, fraude fiscal, cohecho, tráfico de influencias) ligada al PP: es la Trama Gürte”. En mayo de 2018 la Audiencia Nacional falla: el partido «se benefició de los actos sufragados por la trama». Por tanto, lo sanciona con 245 000 euros; condena a veintinueve acusados (relacionados con el PP) y deja en la duda la pureza del señor Rajoy.

El señor Clavell López nació en 1978. Como alumno debió de acabar la Educación General Básica (EGB) entre 1992 / 1993, salvo inimaginables precocidades. Y el tema de la Gürtel «Sucedió hace veinte años: yo estaba en EGB», añadió. Lo cual, así de entrada, ubica a su señoría en una situación temporoespacial terriblemente desarretada o, al menos, descompensada. ¿Cuál es la causa?

Si el caso Gürtell «sucedió hace veinte años», su señoría estudiaba la EGB ¡con veinte!, ya tallado y pesado para el servicio militar, sección de contrainteligencia. Por supuesto, tuvo que ser en cursos nocturnos o cursillos especiales para mayores, pues la enseñanza obligatoria alcanzaba hasta los catorce años -8º de EGB-. (Coña marinera: el señor Clavell López figura también como vocal de la Comisión de Educación y Formación Profesional del Congreso.)

¿Un caso excepcional? Quizás no, pues el campo numérico de las señorías españolas dedicadas a la cosa política (Congreso de los Diputados, Senado, diecisiete comunidades autónomas y dos ciudades autónomas) es amplio: asciende a mil seiscientas sesenta y cuatro (1664) las cuales, respectivamente, se distribuyen así: 350, 266, 998 y 50 (no tengo claro si las africanas son también señorías).

Por lo que respecta a la comunidad canaria, los sesenta escaños los ocupan Partido Nacionalista Canario (CC–PNC, dieciocho); Partido Socialista Canario, quince); Partido Popular, doce); Podemos (siete); Nueva Canarias (cinco) y Grupo Mixto (tres), encabezado este por el señor Curbelo quien, a la par, es presidente del Cabildo gomero (sospecho que gratuitamente, pues ya cobra con dadivosidad por el Parlamento).

Ante tal abanico parlamentario (seis grupos) permítame dos preguntas, estimado lector. Una: ¿en cuál ubicaría usted a sus señorías doña Nereida Calero Saavedra, don Luis Alberto Campos Jiménez, doña María del Río Sánchez, don José Tomás Estalella Limiñana y don Marcos Francisco Hernández Guillén? (Le doy una pista: estas muy respetables señorías –arbitrariamente seleccionadas- pertenecen a la provincia de Las Palmas). Otra: ¿Sabe usted el nombre del candidato que ocupaba el segundo lugar en la lista por usted votada al Parlamento de Canarias?

Si no acierta o queda bajo mínimos, no se preocupe (yo tampoco recuerdo el nombre de las muy efectivas pastillas que uso desde 2016 -¿o 2017?- para recuperar la memoria). Nuestra indiferencia hacia el Parlamento canario es manifiesta (¿razones?). No obstante, somos capaces de identificar por nombre y adscripción política a unas cuantas señorías del Parlamento catalán. Y desde lugares públicos -ágora de la Grecia clásica- hemos hablado, discutido, opinado... sobre acontecimientos allí ocurridos.

Obviamente, el contexto político catalán nada tiene que ver con el nuestro. La desequilibrada convivencia en Cataluña (planteamientos radicales no conducen a soluciones) casi es noticia diaria para los informativos de televisión, medio al cual se le concede absoluta credibilidad («lo dijo la tele» es dogma de fe). Aquí, tales características vienen avaladas por tres vocaciones de TVC: la cultural (En clave de ja); la política (imparCCialidad informativa) y la paternal (ausencia de problemas y conflictos sociales).

Cuarenta años atrás la inmensa mayoría de los españoles aprobó la Constitución. Y el salto en el tiempo me trae a la memoria inolvidables sesiones parlamentarias (radio, TV) con intervenciones de todos los portavoces –las más de las veces improvisadas-, oradores muy preparados, cultos, brillantes, rigurosos en la exposición, inteligentes durante las réplicas... Y los rojos no recurrieron al insulto por más que tenían todo el derecho a llamar fascistas a los fascistas allí presentes, algunos de ellos vinculados a acciones violentas durante la dictadura, represiones, encarcelamientos, persecuciones, censuras a la libertad...

Ironías, inteligentes sarcasmos, perfecciones lingüísticas, brillantes textos oratorios, intelectualización, elegancias formales... e Ideas, bocanadas de Ideas, raciocinios, pensamientos expresados incluso en latín (el reprimido señor Tierno Galván). Así, también los señores Herrero y Rodríguez de Miñón, Carrillo, González, Durán i Lleida, Roca, Sartorius, Garrigues Walker, Landelino Lavilla... o nuestros paisanos Sagaseta («Uno de los verbos más encendidos que ha conocido el Congreso») y José Carlos Mauricio, capaz de convencer desde el minuto cinco de su discurso, cráneo privilegiado...

Hoy, sin embargo, se manifiestan gestos improcedentes, desordenados aspavientos, machangadas, vociferaciones, llamadas al orden... y deslices del intelecto, cuando no disparates. No es que algunas señorías sean inhábiles, pero manifiestos desaciertos sobrepasan el mínimo exigible para el ejercicio de tan alta responsabilidad.

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