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Antología de mentiras

Ultramar. «Un viejo principio de la política inglesa sentencia que en la política no hay amigos, solo intereses» Vicente Llorca

Jueves, 16 de julio 2020, 15:28

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La mentira es consustancial al ejercicio de la política. Lo dicen los estudios desde el principio de los tiempos. Platón afirmaba: «Grecia mas que una democracia es una teatrocracia»; de hecho «el lenguaje político está diseñado para hacer que las mentiras suenen verdaderas, el asesinato respetable y el puro viento tenga apariencia de solidez» (George Orwell). Y es que «los políticos son siempre lo mismo. Prometen construir un puente aunque no haya río» (Nikita Jruschev), porque son «una mezcla de capacidad de persuasión, aptitud para el engaño y talento para mistificar y fingir» (Julio Caro Baroja).

«En política abunda el doble rasero, la doble verdad, la doble moral, el doble lenguaje, la doble contabilidad» (Subcomandante Marcos). No en vano «es cosa de egocéntricos, paranoicos, reptantes que quieren dominar a los demás; por eso pegan el culo al sillón con tanta angustia» (Raúl del Pozo).

«Los políticos tratan de esconder algo siempre. Distorsionar la historia» (Yeugeni Yevtushenko), «quieren ocultar todo lo que la opinión pública quiere saber» (Nativel Preciado). La etimología es reveladora: «El término francés parlamentarie (parlamentario) en síntesis viene de dos palabras: parler (hablar) y menteur (mentiroso)» (Boris Vian). De hecho «el arte de la guerra consiste en matar gente y el de la política en engañarla» (D’Alambert), atendiendo a que «solo hay dos formas de gobernar, por la fuerza o por la farsa» (Raúl del Pozo), sabedores de que «la verdad es útil a quien la escucha, pero desventajosa a quien la dice, porque lo hace odioso» (Blas Pascal).

Como quiera, además, que los «políticos tienen un horizonte electoral tan corto les resulta difícil ver la política como algo distinto a una permanente campaña electoral» (Eric Hobsbawn), atendiendo al hecho de que «en política no hay amigos, solo intereses», como aclara un viejo principio de la política ingresa.

Así las cosas, tal vez sería aconsejable «dejar en paz a los políticos que bastante desgracia tienen con serlo» (Han Magnus Enzensberger), no olvidando que «los pésimos sirven para que los malos parezcan aceptables» (El Roto).

Eso sí, másteres y Cifuentes mediantes, sabedores de que «la impunidad estimula la reincidencia» (James Petras) y constatando que «la política es, tal vez, la única profesión para la que no se considera necesaria ninguna preparación» (Stevenson), hay que proclamar que «el compromiso con la verdad es imprescindible en la decencia democrática» (Luis García Hortelano), saber que «no habría corrupción ni mentiras sin tolerancia social» (Raúl del Pozo) y asumir, sin desfallecer, que «son necesarios largos años antes de que los valores que se apoyan en la verdad y la autenticidad morales se impongan y se lleven por delante el cinismo político» (Vaclav Havel). Y es que «hablamos demasiado de políticos y demasiado poco de políticas públicas» (Víctor Lapuente).

P.D: Los indicadores señalan que España produce más bienes y servicios que antes de la crisis. Las empresas ganan 36.000 millones de euros más, pero los salarios reales han caído un 7%.

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