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Algo más que mentes perturbadas

Algo más que mentes perturbadas

Jueves, 1 de enero 1970

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Reconozco que, por eso de mi profesión periodística, desgraciadamente llego a acostumbrarme a escuchar noticias desastrosas, detalles sobre de muertes y agresiones, informes de autopsias o testimonios de cómo lo pasaron de mal numerosas víctimas de cientos de sucesos que, en su momento, han conmocionado a la sociedad. Noticias que en su día fueron portada, pero que van quedando en el olvido, y no porque el ciudadano no tenga retentiva, sino porque, simplemente, en poco tiempo suele ocurrir algo nuevo e, incluso en muchas ocasiones, peor que lo anterior. Pero a lo que nunca me acostumbraré es a escribir sobre personas que abusan, violan o matan a sus propios seres queridos con total sangre fría e incluso, una premeditación digna de cualquier película americana que verse sobre escoria humana.

Esta semana ha tocado en Tenerife; un hecho que estremece a cualquiera, y eso que aún se desconocen todos los detalles que rodean al hombre que mató a su mujer y dos hijos. ¿Qué puede pasar por la cabeza de una persona que lleva a cometer tales crímenes? ¿Por qué es capaz el ser humano de llevar a cabo esas atrocidades con su propia familia? No se trata de una mente perturbada... Ese calificativo se queda corto ante alguien que arranca el alma de los que han estado a su lado viviendo día a día, ahogándolos, dejándolos sin oxígeno mientras presencia como se van apagando sus vidas.

El de Tenerife es de esos sucesos que estremecen, pero no hay que ir a la isla vecina para recordar numerosos casos parecidos en Gran Canaria. Tanto en hombres que acaban con las vidas de sus parejas, como aquellos que lo intentan sin éxito o los que abusan sexualmente de los menores que viven en su mismo techo.

Son muchos y me viene a la memoria el testimonio de Ketty, la mujer a la que su marido intentó asesinar cruelmente a cuchilladas en San Juan. Ella contó en el juicio hace unas semanas como, para salvar su vida, se hizo la muerta. Paradojas del destino. Esa acción le permitió seguir entre nosotros para contarlo y que el autor de dicha salvajada, se pudra entre los barrotes de una cárcel.

Y también están los que, de manera vil y asquerosa, se aprovechan de su situación de superioridad para hacer lo que quieren con menores. Los hijos de sus parejas o los suyos propios... da igual. Y lo peor de todo es que no es un caso o cinco, son decenas y decenas los que pasan ante un tribunal para ser juzgados cada año en nuestras islas. ¿Mentes perturbadas? ¡Qué va! Me quedo muy corto...

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