A por ellos

En un lado, parapetándose en el victimismo e historias inventadas, hacen sonar tambores excluyentes e instan a señalar a los disidentes, tachando de fascistas a cuantos no secunden el secesionismo. No importa que entre ellos figure el propio Serrat, que se ha atrevido a dudar de las garantías que ofrece el referéndum convocado. El mismo Serrat que renunció, en los duros tiempos del franquismo, a acudir a Eurovisión porque no le dejaban cantar en su lengua materna: el catalán.

En el otro, escudándose tras la Justicia y después de años de inacción y errores políticos en los que no se ha sido capaz de levantar un proyecto y relato alternativo al construido por los secesionistas, se despide, banderas en ristre, a las fuerzas de seguridad con el grito de «a por ellos», como si a una guerra marchasen; sin darse cuenta que ese «a por ellos» les reconoce a los otros la condición de diferentes. ¿Tan insensatos son que olvidan que en la guerras, donde el hombre deja de serlo, siempre hay bajas en los dos bandos? Esas tenemos.

Tramposos a banda y banda. Incapaces unos y otros. ¿Acaso no saben que vivimos en un solo mundo con voces múltiples? Lo que contemplamos estos días es la más flagrante demostración de incapacidad de una clase política, la una y la otra, que no ha sabido o querido resolver con la razón política un desencuentro y ha permitido que manden las emociones frente a las razones. Y ya se sabe que cuando la dirigencia agita las emociones el día que las alturas quieran hacer valer los acuerdos que alcancen ya puede ser muy tarde para hacérselo comprender a una masa que ha sido utilizada torticeramente. El juego es peligroso. No se está construyendo y sí destruyendo.

Juan Cruz lo decía esta semana, hagan el favor de guardar las banderas y sacar las palabras. Guarden la memoria y saquen el futuro. Pero, ya ven, cada día que pasa los acontecimientos demuestran que sobran hechos y faltan palabras. Se mira atrás y no adelante.

Parafraseando a Adam Michnik, editor jefe del periódico polaco Gazeta Wyborcza, frente a los odios, ese sentimiento tan claro, de aquí y de allá, la mejor respuesta es la democracia, que seguramente es gris, porque es de todos, de listos y de tontos, de fuertes y de débiles. Es de todos, tanto que es el único sistema que tolera a sus enemigos. Ahí radican su debilidad y también, y sobre todo, su fuerza. El valor de la inclusión frente a la exclusión.