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El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo. efe
Feijóo cambia el paso con el plan anticrisis para anclarse en el centro

Feijóo cambia el paso con el plan anticrisis para anclarse en el centro

Los populares pasan del no del primer decreto a la abstención mientas Sánchez refuerza el bloque de la investidura y recupera el apoyo de Esquerra en la traca legislativa de cierre del debate sobre el estado de la nación

Jueves, 14 de julio 2022, 16:57

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Alberto Núñez Feijóo resquebrajó este jueves, con un leve pero simbólico movimiento, uno de los principales argumentos esgrimidos por Pedro Sánchez para erosionar la imagen de hombre moderado con la que llegó a la presidencia del PP, el de que en los meses que lleva al frente del partido no ha hecho más que seguir la estela del «negacionismo político» de Pablo Casado. En contra de lo que ya daban por sentado los socialistas, el PP no rechazó, como hizo con el anterior, el último paquete de medidas aprobado por el Gobierno para amortiguar los efectos de la inflación sobre la economía de ciudadanos y empresas. No votó a favor con el argumento de que es «insuficiente» y carece de medidas específicas para las clases medias, como la deflactación del IRPF para rentas de menos de 40.000 euros que lleva meses reclamando, pero optó por la abstención.

En puridad, el giro de los populares no tuvo efecto práctico alguno. A pesar de que muchos de sus socios hicieron, durante el debate del real decreto ley, discursos ásperos por la falta de diálogo o la poca profundidad de las medidas aprobadas en un Consejo de Ministros extraordinario convocado con premura tras el batacazo del PSOE y Unidas Podemos en las elecciones andaluzas del 19 de junio, el Ejecutivo ya tenía garantizado el apoyo suficiente para sacarlo adelante sin necesidad de que el primer partido de la oposición se lo facilitara. Incluso Esquerra, que en abril, con el escándalo de 'Pegasus' candente, votó en contra del primer decreto, se pasó al sí. Políticamente, sin embargo, sí altera la fotografía.

En el entorno de Sánchez aducen que el PP ha demostrado estos dias estar «desubicado» al poner el foco en la relación del Gobierno con Bildu y no en la situación económica que atraviesa el país. También que el jefe del Ejecutivo ha ocupado la centralidad (que no el centro ideológico) al anunciar medidas de «sentido común» que, además, le han permitido reconciliarse con Unidas Podemos y sus aliados parlamentarios de la izquierda. Los populares acusaron este jueves al jefe del Ejecutivo de «peronista» y advirtieron de que, a la espera de concreción, no respaldarán los impuestos sobre los beneficios extraordinarios de las energéticas y la banca. Pero también reivindicaron la autoría de dos medidas del plan anticrisis: el bono de 200 euros para hogares vulnerables y la rebaja del IVA de la electricidad del 10%, al que se redujo hace un año, al 5%.

La abstención del PP busca neutralizar el reproche de que solo sabe ejercer una oposición obstruccionista. «No han querido negociar nada pero nosotros demostramos que no estamos en el 'no' preconcebido; esto apuntala el perfil centrista», insisten fuentes de la formación. Quizá por eso desde el Gobierno se apresuraron a cuestionar la consistencia del argumento. «Lo hacen por vergüenza y porque saben que ganamos la votación; si fuéramos justos de apoyos votarían en contra», alegaba un ministro al conocer las intenciones de su principal rival político, al auge en las encuestas.

A varias bandas

Con todo, el Gobierno puede sacar pecho, y así lo hizo este jueves una vez más, por el amplio apoyo cosechado por sus iniciativas en el Congreso pese a lo complejo del momento y su aparente fragilidad. Uno de los principales objetivos del PSOE era sacar adelante sus quince propuestas de resolución del debate sobre el estado de la nación y lo logró buscando apoyos transversales en función de los temas. Con el PP, por ejemplo, pactó instar al Ejecutivo a presentar un calendario para elevar el presupuesto en Defensa al 2% como comprometió el propio Sánchez con la OTAN; asunto que le enfrenta a sus socios de coalición. Salvo con Vox, fue capaz de llegar a acuerdos con todas las fuerzas parlamentarias.

Los socialistas sienten, de hecho, que salen muy reforzados del debate de esta semana y presumen de haber demostrado que, a pesar de la sensación de agotamiento que trasmitieron los comicios andaluces y reflejan los sondeos, disponen de margen suficiente para agotar la legislatura porque, entre otras cosas, han vuelto a cohesionar al bloque de la investidura. Si se mira la letra pequeña el análisis tiene peros. Los socios piden al Gobierno más valentía, que aborde cambios estructurales y no se limite a poner «parches», que los cuide y no dé su apoyo por sentado solo porque la alternativa del PP y Vox es peor. Pero es cierto que las votaciones de de este evidenciaron que ha logrado reagrupar a una mayoría que en los últimos meses parecía deslavazada.

En vísperas de la primera reunión entre Sánchez y Pere Aragonès desde la crisis del espionaje, Esquerra votó a favor del plan anticrisis, de la reforma para lograr el vuelco progresista en el Constitucional y del decreto para estabilizar los puestos de 67.000 funcionarios y se abstuvo en la ley de la memoria

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