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Miércoles, 5 de octubre 2022, 14:05
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Seguir o no seguir en el Govern. Los cerca de 6.500 militantes de Junts deciden entre este jueves y viernes y en una consulta interna el futuro del Gobierno catalán, formado por una coalición entre ERC y el partido de Puigdemont. No solo está en juego la continuidad del Ejecutivo liderado por Pere Aragonès desde hace año y medio. También lo está la viabilidad de la propia formación, en riesgo de partirse, como ya le ocurrió a CiU, primero, y más tarde a Convergència y al PDeCAT. Junts ha sido víctima de su discurso unilateralista. Lanzó un ultimátum a Pere Aragonès, el presidente de la Generalitat aguantó el órdago y la consulta interna acabó convocándose. Las consecuencias pueden ser múltiples: desde la ruptura del Govern al adiós de la unidad independentista por primera vez desde el inicio del 'procés' y el final de la política de bloques en Cataluña.
En Junts malviven dos almas: la pragmática, marcada por su gen convergente, que aboga por seguir en el gobierno, frente a los rupturistas, partidarios de que no haya estabilidad en la política, pues creen que solo en un contexto de radicalidad y conflicto es posible reactivar el 'procés'.
En el primer sector están los antiguos dirigentes convergentes, ahora en Junts, así como buena parte de los consejeros, alcaldes, concejales y los presos del 'procés'. Es el caso de Jaume Giró, actual consejero de Economía, Josep Rull, Jordi Sànchez, Quim Forn o Xavier Trias. En el bando que apuesta por divorciarse están los dos líderes más carismáticos de la formación: Carles Puigdemont, que sigue moviendo los hilos desde Waterloo, a pesar de que ya no tiene ningún cargo orgánico, y Laura Borràs, expresidenta del Parlament, presidenta del partido y la última candidata a la Generalitat.
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Es un pulso entre moderados y radicales, entre el aparato y los que no han logrado hacerse con el control del partido. El único dirigente que no se ha posicionado es Jordi Turull, secretario general. Este miércoles dijo que no hará público el sentido de su voto por respeto a la sindicatura electoral nombrada por el partido, que había pedido neutralidad a los mandos y cargos del partido. Ni la presidenta de la formación, Laura Borràs, atendió a las indicaciones del órgano electoral y este miércoles mismo afirmó que votará por la salida de un Govern al que a su juicio le falta «legitimidad democrática». Acto seguido, la sindicatura electoral afeó la utilización de simbología oficial por parte de dirigentes. Era su caso o el de Jaume Alonso Cuevillas, afín a la expresidenta del Parlament. También Carles Puigdemont rompió su silencio. El sábado pasado, en el aniversario del 1-O, se despachó a gusto contra el Govern, pero hasta este miércoles no había verbalizado el no. Lo hizo de manera indirecta, compartiendo un tuit de Josep Rius, que afirmaba «sí a la independencia, no a este Govern». Los partidarios de salir del Govern consideran que Aragonès ha renunciado a la secesión. Por contra, los que defienden la permanencia aducen que lo más perjudicial para el independentismo es que se rompa la unidad entre ERC y Junts.
El presidente de la Generalitat había evitado influir en la votación, pero este miércoles echó un capote a los no rupturistas. Puede que porque no acaba de ver claro lo de gobernar en solitario o por aquello de que no le puedan decir que no lo intentó hasta el final. El caso es que Aragonès salió al rescate de los dirigentes de Junts que defienden la permanencia en el Ejecutivo catalán. Horas antes de que arrancara -esta pasada madrugada a las doce de la noche, hasta las 17 horas de mañana- la consulta, se mostró convencido de que aún hay margen para salvar el Gobierno catalán y en la sesión de control al Govern en el Parlament tendió la mano a Junts, hasta el punto de afirmar que quiere que el actual gobierno continúe y que aún hay tiempo de llegar a acuerdos en los tres puntos que Junts le acusa de incumplir el pacto de legislatura. Eso sí, advirtió a los junteros de que si deciden quedarse en la Generalitat, tendrá que ser con el compromiso al 100% y con absoluta lealtad entre socios. Aragonès aseguró que quiere agotar la legislatura.
Junts acusa a ERC de haber incumplido tres puntos del acuerdo de gobierno. Por ello, amenazó con la cuestión de confianza y ahora justifica la convocatoria urgente de la consulta. Los postconvergentes piden un espacio de coordinación estratégica del independentismo, que empiece a reunirse el 15 de noviembre. Los junteros reclaman un papel central al Consejo para la República de Puigdemont en este nuevo estado mayor del 'procés'. Piden también reorientar la mesa de diálogo y reconfigurar la delegación catalana en la misma y un frente común en Madrid. Aragonès garantizó este miércoles una acción coordinada en el Congreso entre ERC y Junts en aquellos asuntos que esté consensuados previamente en el Gobierno autonómico. Pero en ningún caso hablaba de los Presupuestos Generales del Estado, por ejemplo. La predisposición de Aragonès a negociar las reclamaciones de Junts puede ser un balón de oxígeno de última hora para los defensores de quedarse en el Govern.
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