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Rubirosa de pié, y Leygonie al volante del Ferrari 166 MM
Porfirio Rubirosa, el arquetipo del playboy, solo fiel a Ferrari

Porfirio Rubirosa, el arquetipo del playboy, solo fiel a Ferrari

Muchas miradas seguían a aquella barqueta Touring de Ferrari en las 24 Horas de Le Mans de 1950 por otro motivo: su propietario y piloto, que llenaba páginas y páginas de la que entonces se llamaba la crónica social

Santiago de Garnica Cortezo

Madrid

Sábado, 20 de marzo 2021

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En las 24 Horas de Le Mans de 1950 ninguno de los cinco Ferrari que ha tomado la salida el sábado, pasa la meta el domingo 24 de junio. Es sin duda una derrota amarga para la Scuderia que no pudo renovar el triunfo obtenido en la edición anterior por Luigi Chinetti y Peter Mitchell-Thompson. Los cinco Ferrari tendrían que abandonar, entre ellos el número 28, un 166 que rompía el embrague a las 11 de la noche. En el ambiente automovilista, no contaba ni mucho menos entre los favoritos. Y sin embargo muchas miradas seguían a aquella barqueta Touring por otro motivo: su propietario y piloto. Y es que este no era otro que Porfirio Rubirosa, el arquetipo del playboy, que llenaba páginas y páginas de la que entonces se llamaba la crónica social, hoy vista como la información del corazón.

Jugador de polo, boxeador ocasional y corredor de coches, la larga lista de nombres femeninos que jalonaban la trayectoria de Rubirosa arrancaba con el de Flor de Oro, ni más ni menos que la hija de Rafael Leónidas Trujillo, dueño y señor de Santo Domingo. Estamos en 1936, en la Alemania que vive la plenitud del régimen nacional-socialista, y Rubirosa es nombrado secretario de embajada en Berlín. Por las calles de la capital del III Reich, en plena ebullición por sus Juegos Olímpicos, el diplomático y la hija del dictador Trujillo (con quien se ha casado en 1932), pasean en un espectacular Packard V12 beige claro con aletas marrones, que no pasaba, precisamente, desapercibido.

Pero Rubirosa, prefería Francia, donde había vivido entre los seis y los diecisiete años (su padre, militar y diplomático, había sido jefe de la embajada dominicana en París) y logra que le trasladen, como consejero de la representación diplomática, a la capital francesa en diciembre de 1936.

El reencuentro con la 'joie de vivre' causa su efecto y en 1937 se separa de Flor de Oro. En 1940 Alemania invade Francia y 'Rubi', como le conocen sus amistades, es trasladado a Vichy, sede del gobierno colaboracionista francés. En su garaje guarda un espectacular Delahaye 135 MS, con carrocería descapotable obra de Figoni, un Daimler y un Citroën 15, destinado este último para sus labores diplomáticas como encargado de negocios de su país.

Vichy no le resulta muy divertido y se va a menudo a París (la matrícula «CD» es un perfecto salvoconducto). En la ciudad de la luz conoce a la célebre y bellísima actriz francesa Danielle Darrieux. A pesar de su juventud, 24 años, ya ha rodado treinta películas alguna de ellas con directores de la categoría de Willy Bilder. Danielle se separa de su marido Henri Decoin, antiguo piloto de guerra, periodista de «L'Auto «, escritor y director de cine, y se casa en septiembre 1942 con Rubirosa. Cinco años después, en 1947, Danielle está rodando en Marrakech. Rubirosa, destinado en la embajada de Roma, conoce a la periodista Doris Duke, multimillonaria heredera de los tabacos Camel. Divorcio, tercer matrimonio de Rubi y destino al frente de la embajada en Buenos Aires.

Porfirio Rubirosa
Porfirio Rubirosa

En las 24 Horas de 1950, Rubirosa acaba de divorciarse de la rica heredera. Parte del dinero que recibe, lo invierte en un Ferrari 166 MM que comparte con Pierre Leygonie, con el resultado que ya sabemos. A partir de ahí entra en una etapa en que se dedica a los negocios y no se le vuelve a ver en una competición. En 1953, piensa participar en Le Mans con Pierre Leygonie en un Ferrari 166 MM/53, pero su preinscripción no es admitida. Un mes después el equipo toma la salida en las 12 Horas de Reims, con un Ferrari 166 pintado en blanco y azul: el nombre de Ruby va cuidadosamente caligrafiado junto al de Vignale, autor de la carrocería del coche que, por cierto, lleva la matrícula diplomática CD 4454X.

Rubi vuelve a saltar a los periódicos y revistas no por sus resultados deportivos (escasos) al volante de su Ferrari sino por su matrimonio con la multimillonaria Barbara Hutton. Con una inmensa fortuna (es heredera del imperio de los almacenes Woolworth), a su vez ella se había divorciado en 1951 de su cuarto marido, el príncipe Igor Troubetzkoy, un francés de origen ruso, buen deportista y piloto de carreras con Simca-Gordini y Ferrari.

Porfirio Rubirosa
Porfirio Rubirosa

En Lancia

Una de las cosas más inexplicables de Rubirosa en relación al automovilismo, sucede poco después. Tras sus dos apariciones, poco brillantes, en competición, en marzo de 1954 el dominicano es incorporado para disputar las 12 Horas de Sebring, al equipo oficial de Lancia. Es un equipo fuerte, que compite con cuatro D24 pilotados por figuras de la talla de Fangio, Ascari, Castellotti, Villoresi, Taruffi, Manzon y Valenzano. Gino Valenzano contaba hace unos años que Gianni Lancia le había advertido que compartiría volante con Porifirio Rubirosa, al que había contratado por ser famoso «pues había que pensar en la publicidad».

Rubi toma la salida y luego ya no se vuelve a ver pasar el coche. Valenzano echa a correr por el circuito hasta que encuentra a su compañero, con el coche parado a un lado de la pista, sentado en la aleta y firmando autógrafos: «la caja de cambios se ha roto», es toda su explicación. Valenzano arranca el coche, vuelve a la pista y se da cuenta que, salvo la tercera marcha que no entraba, el resto de mecánica funcionaba perfectamente. El D24 terminó segundo, detrás de Stirling Moss que llevaba un Osca 1500.

En junio de 1954 el dominicano, que acaba de divorciarse de Bárbara Hutton, se dispone a participar en las 24 Horas de Le Mans con Innocente Baggio. Aunque el divorcio le ha aportado una suculenta cantidad de dinero, es el aristócrata italiano el que cubre los gastos y pone el coche. En esta ocasión se trata de un Ferrari 375 MM de más de 300 CV, que había sido expuesto unos meses antes en el salón de Ginebra. El coche, espectacular, comparte el interés de los fotógrafos con la última conquista del dominicano, la escultural actriz de origen húngaro ZsaZsa Gabor. A poco de empezar la carrera, Baggio se sale y en la arena de Tertre Rouge termina la aventura.

En el mes de agosto en una carrera en Santa Bárbara (California), Rubirosa estrena un Ferrari 500 Mondial, un Spyder de cuatro cilindros , 2 litros y 160 CV, carrozado por Pininfarina y pintado de azul marino, del que se ha enamorado tras descubrirlo en el garaje de Ernie McAffe, agente de Ferrari en Los Ángeles.

En noviembre se disputa la famosa Carrera Panamericana, una prueba «mezcla de las 24 Horas de Le Mans, las Mil Millas, el Gran Premio de Trípoli y Nurburgring» en palabras de Alfred Neubahuer, el célebre jefe del equipo Mercedes. Desde luego aquella prueba de ocho etapas y 3200 kilómetros a lo largo de las carreteras mexicanas era de una dureza extrema y muy peligrosa. Rubirosa hace equipo con Ernie McAffe y pilota la última versión del Ferrari 500 Mondial, un spyder con carrocería más aerodinámica obra de Scaglietti. Rubirosa termina en la posición 45 la primera etapa y abandona.

Mejores resultados

Reaparecerá cuatro meses más tarde para participar en las 12 Horas de Sebring de 1955. Lleva el mismo 500 Mondial de la Panamericana, pero con una pintura diferente. Y no termina la prueba. Se le vuelve a ver en Nassau, para la Speed Week de diciembre. En esta ocasión lleva una tercera versión del Ferrari 500, con la suspensión delantera de resortes helicoidales y cambio de cinco velocidades. Este spyder Scaglietti ha hecho una magnífica temporada, ganando su clase en Venezuela con Harry Schell y Eugenio Castellotti compartiendo volante. Rubirosa participará en dos o tres carreras en Nassau, logrando el triunfo de su clase en el Governor´s Trophy.

En marzo de 1955 se inscribe con el 500 Mondial en las 12 Horas de Sebring, compartiendo volante con el americano Jim Pauley. Y ambos hacen una excelente carrera que los lleva a la décima plaza de la general y a la victoria en la categoría sport 1.5 a 2 litros.

Y no se le vuelve a ver en una pista hasta noviembre de 1956, con ocasión del Gran Premio de Venezuela. Acaba de casarse con la actriz francesa Odile Rodin, y estrena uno de los tres 500 Testa Rossa carrozados por Touring exclusivamente para ser utilizados por el equipo oficial en Monza (con un motor 2 litros) y en Le Mans (con un 2,5 litros). Después de estas carreras se vendieron (con motores de 2 litros) a pilotos privados, uno de ellos Rubirosa. El Gran Premio de Venezuela, es ganado por Moss con un Maserati 300S, tras el abandono del español De Portago(Ferrari 857), por delante de Fangio (Ferrari 860. Rubirosa termina en la undécima posición, en una carrera esquilmada por los abandonos (el calor machacaba a mecánicas y pilotos).

Poco después encarga su primer Ferrari 'de calle', un descapotable 250 GT carrocería Pinin Farina de 1957. En cuanto a la competición, se vuelve a ver a Rubirosa en el Gran Premio de Cuba de 1957 donde estrena otro 500 TRC, último Ferrari sport de cuatro cilindros; parece que los 500 fueron los coches a los que mejor se adaptaba. Terminó en la tercera plaza, pero los periódicos se centraron más en otro tema: el secuestro de Fangio por parte de los castristas.

Con este mismo coche, un mes después, compartiendo volante con el financiero parisino Jean François Malle y el fotógrafo de moda neoyorkino Bill Herburn, compite en las 12 horas de Sebring, terminando en la decimoprimera plaza. Sería el final de su carrera como piloto, pero no de su idilio con Ferrari. Así compra en Bruselas, en el garaje Spa Francorchamps, otros dos descapotables 250 Pinin Farina (uno en 1959 y otro en 1960).

Al volante de este último llegará su final. Una noche de 1965, tras celebrar en el Elefante Blanco y luego en la sala de fiestas Calvados el triunfo de su equipo de polo (su gran pasión) 'Cibao Pampa', se estrella en la madrugada contra un árbol en el Bois de Boulogne. A muchos le extrañaría que Rubi condujera tras una noche de fiesta, pues siempre lo evitaba. Incluso se habló de que su estado de ánimo no pasaba por uno de sus mejores momentos.

El Ferrari 250 en el que perderá la vida en 1965
El Ferrari 250 en el que perderá la vida en 1965

En cualquier caso, su final, al volante de un Ferrari, fue el epílogo a la historia de una de sus pocas fidelidades.

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