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El paraíso de las autocaravanas echa el freno

El paraíso de las autocaravanas echa el freno

Portugal prohíbe la libre pernoctación en las furgonetas-vivienda y frustra el sueño de cientos de europeos

Francisco Chacón

Corresponsal en Lisboa

Jueves, 21 de enero 2021, 00:17

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Portugal ha dejado de ser el paraíso del sur de Europa para las autocaravanas y las furgonetas camper, pues acaba de entrar en vigor la ley que pone freno a la libre pernoctación por esas carreteras del Algarve o del Alentejo, bajo la amenaza de una multa que puede alcanzar los 600 euros.

Es un decreto que modifica de forma significativa el código de circulación y que zanja cualquier posibilidad de resquicio para esos viajeros también conocidos como 'new age travellers', en referencia a los 'neohippies' que se abonan a la libertad de los caminos mientras escuchan electrónica ambiental al estilo del Kokopelli de Ámsterdam.

En realidad, no se trata más que de la transposición de una directiva europea, pero aun así representa un jarro de agua fría porque Portugal aparecía en el horizonte como el último reducto, la última morada para resistir en este sentido y acoger a los 'caravaneros', todo un estilo de vida para quienes desean hallar el sosiego de una manera distinta.

Finalmente, no les ha quedado más remedio a los lusitanos que sumarse a la lista de países que establecen restricciones de este tipo, incluso aunque supone un claro revés para la economía local: las autopistas son más caras que las españolas y dejarán de ingresarse miles de euros por este concepto. Además, los amantes de estas prácticas suelen adquirir bienes en los comercios de los alrededores de tal o cual rincón idílico, y también consumir en los restaurantes que encuentran en esas regiones.

Las temperaturas resultan normalmente benignas al otro lado de la frontera, salvo en determinadas sierras del interior, y sus 1.790 kilómetros de costa actúan (actuaban) como un incentivo para la cada vez mayor cantidad de personas que se aventuraban a transitar por esas vías, sea en periodos vacacionales o incluso para estancias más largas.

Así, no era nada extraño contemplar a decenas de estos individuos en la carretera, teniendo en cuenta que el país vecino no solo venía considerando como zonas autorizadas los acampamientos al aire libre, sino que se diseminan de norte a sur las señalizaciones que permiten aparcar estos singulares vehículos, una especie de 'manual para llevarse la casa a cuestas', literalmente.

También es verdad que las autocaravanas con matrículas de países escandinavos y del Estecomenzaban a generar algunos problemas en las poblaciones lusas más solicitadas, sobre todo por la masificación en varios puntos del Algarve (huyendo del frío del norte) y hasta circunstancias añadidas como la acumulación de desperdicios.

El caso es que el denominado 'autocaravanismo' llevaba más de 30 años desarrollándose en Portugal, especialmente en las proximidades de las playas: desde el litoral del Alentejo hasta la parte del Algarve más pegada a la provincia de Huelva.

Siempre hubo más permisividad en estas amplias franjas del territorio de los 'hermanos' ibéricos. Así, antes de la irrupción de la pandemia estaban llegando auténticas avalanchas de jubilados de Dinamarca, Suecia, Noruega, Finlandia, Estonia… quienes no dudaban en apuntarse al 'hashtag' #VanLife (Vida en la furgoneta) y perseguir el sueño de una segunda juventud a través de esas sendas rodeadas de naturaleza espectacular.

Estos 'moradores' ocasionales sobre ruedas aprovechaban las bajas tarifas portuguesas para sumarse al concepto de 'escapada' por un tiempo prolongado. Para muchos de ellos, era una nueva forma de apurar su fase crepuscular disfrutando de las comodidades de unas caravanas sorprendentemente bien equipadas.

Sin embargo, se generaban igualmente inconvenientes anexos en esos meses de 'desconexión'. Por ejemplo, en más de una ocasión se ha encendido la mecha de los problemas en el suministro de agua potable, sin olvidar las dificultades que desata vaciar los depósitos de aguas sucias. O sea, no es tan fácil como parece a simple vista.

Así las cosas, el verano de 2018 fue testigo de cómo determinados colectivos de vecinos iniciaban una campaña que se decía diseñada para frenar el desembarco de esta población flotante. Su objetivo no era otro que concienciar a la gente de que tal vez no deberían ser acogidos con tanta benevolencia. La división de opiniones estaba servida, pero lo que está claro es que la pandemia del coronavirus se ha convertido en el principal enemigo de este estilo de vida tan peculiar.

La rápida difusión de esta plaga de infecciones que asola al mundo ha desembocado en un cambio a la hora de establecer las prioridades cuando viajamos. Por eso, la severa normativa que rige ya en suelo luso únicamente puede interpretarse como un duro golpe para quienes apostaban por las carreteras secundarias y por los parajes poco transitados, los mismos que verán seriamente limitada la capacidad de dejarse llevar por los pueblecitos con encanto y por esas áreas de costa que se pueden definir como 'casi vírgenes'.

Por tanto, los paraísos para surfistas y otras tribus urbanas de la Unión Europea están hoy más vacíos que ayer. ¿Quién sabe si acabarán echando de menos las autocaravanas?

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