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Banderas europeas ante la sede de la Unión Europea en Bruselas. reuters

Bruselas empuja a España a la cola de la recuperación, al crecer solo un 4,6%

Rebaja dieciséis décimas su previsión de julio (6,2%) y la situación precovid no se alcanzará hasta el primer tramo de 2023

salvador arroyo

Jueves, 11 de noviembre 2021, 10:08

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La Comisión Europea hunde las previsiones económicas de España, le empuja al foso de la UE en ritmo de crecimiento y refuerza su pesimismo con instantáneas mucho más halagüeñas para otros socios. En apenas tres meses, el país al que Bruselas colocaba en el pelotón de cabeza de la reactivación es relegado a una modesta posición diecisiete por una pulsión del Producto Interior Bruto que se ralentiza. La nueva proyección augura que el PIB levantará un 4,6% este año, frente al 6,2% que los técnicos pusieron encima de la mesa el pasado julio -cuando, recordemos, revisaban al alza su 5,9% de primavera-. Dieciséis décimas menos. Ahí es nada.

Esta actualización, por debajo de la media de la Eurozona (5%), contrasta con la revisión al alza que se ofrece para Francia e Italia (6,5 y 6,2%, respectivamente) en el esquema de las cuatro grandes economías europeas. Aunque, eso sí, Alemania también sale mal parada: a la baja, 2,7% frente al 3,4 proyectado en primavera. El liderazgo, la mayor vitalidad, se le entrega a Irlanda, que aumentaría el 14,6% y Estonia (9%). Incluso Grecia remontaría con más viveza: un 7,1%.

Las previsiones de España no solo se enfrían para este ejercicio. El Ejecutivo comunitario también se anda con pies de plomo al pronosticar las de 2022. Augura un 5,5% de repunte, cuando en julio hablaba del 6,2% -en aquella ocasión ya moderó respecto al 6,8% que había apuntado meses antes-. La cuestión es que Bruselas mete de manera drástica al país una marcha corta en su salida de la crisis. No alcanzaría los niveles previos a la pandemia hasta el primer trimestre de 2023, cuando otros socios lo habrán conseguido a lo largo del próximo año (Alemania e Italia, por ejemplo) e incluso en el último tirón de este, caso de Francia.

«Sí hay una diferencia, la verdad; las estimaciones son inferiores», asumía el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, sobre España. El italiano considera que en esa gran brecha entre la visión de julio y la de ayer «es muy posible que haya una vinculación con los cuellos de botella de la oferta, los precios exorbitantes de la energía y un consumo doméstico menos dinámico, como ha quedado claro en datos del PIB del segundo trimestre». Con todo, quitó hierro al batacazo. Las nuevas estimaciones «se sitúan dentro del marco de una expansión relativamente fuerte de la economía española». «Las cosas van a moverse pero un poco más tarde, no cuando habíamos pensado nosotros -añadió-. En todo caso, el horizonte temporal da señales de una expansión sólida».

Tajo considerable

Se mire como se mire, el tajo es considerable. Y previsible teniendo en cuenta que el Fondo Monetario Internacional o el propio Banco de España ya habían lanzado previsiones en la misma dirección las últimas semanas. El Gobierno, que lo veía venir, intentó restarle importancia esta semana, cuando la vicepresidenta de Economía, Nadia Calviño, llamaba a «no sorprendernos». Lo mismo que aseguraba ayer tras conocer el mal diagnóstico: «No me sorprende que este año sea particularmente difícil hacer previsiones económicas, porque esta salida de la crisis está siendo muy distinta a la anterior».

Desde la oposición, Pablo Casado era contundente en la crítica: «Otro gran varapalo» para el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, al que acusó también de «ocultar» estos datos y «vender falso triunfalismo».

El informe apunta «riesgos» a tener en cuenta, como que la persistencia o resurgimiento de la pandemia en otros países retrase la vuelta a la total normalidad del importante sector turístico; o los cuellos de botella en la oferta; o la persistencia de los precios de la energía y el transporte. También tiene en cuenta el potencial impacto de los «desajustes del mercado laboral» por la afección en las inversiones verdes y digitales. Confía, eso sí, en que el consumo privado sea clave para espolear el crecimiento.

El escenario que presenta el Ejecutivo de Ursula von der Leyen es peor que el planteado por el FMI (5,7% para 2021 y el 6,4% para el próximo ejercicio). Aunque el documento técnico opta por dar una visión edulcorada, incidiendo en el valor de que se mantenga la curva alcista por ser España el país que registró la mayor contracción en 2020 (con un desplome del PIB del 10,8%).

Bruselas espera que la deuda, que aumentará hasta el 120,6% del PIB este año, disminuya gradualmente a partir de 2022, situándose en el 118,2%. El crecimiento económico sostenido que se espera para 2023 y la contención del gasto corriente total «serán los principales impulsores» de una mayor reducción del déficit público, al 4,2%, y del ratio de deuda, hasta el 116,9%.

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