Borrar
Jair Bolsonaro, en una fotografía tomada este mes en Florida. reuters
Bolsonaro, hospitalizado en Florida por un dolor abdominal

Bolsonaro, hospitalizado en Florida por un dolor abdominal

Desde su 'retiro' en EE UU el expresidente tarda horas en referirse a los disturbios en Brasilia, evita una condena expresa y alienta a las «manifestaciones pacíficas» como «parte de la democracia»

m. pérez

Lunes, 9 de enero 2023, 08:00

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

El expresidente de Brasil Jair Bolsonaro ha sido ingresado este lunes en un hospital de Florida, donde se encuentra desde el 30 de diciembre, por un dolor abdominal. Según una fuente cercana a su familia, citada por la agencia Reuters, su estado «no es preocupante». El exmandatario ha sufrido en otras ocasiones esta misma dolencia, desde que fue apuñalado en el abdomen por un hombre con problemas psiquiátricos durante la campaña electoral de 2018 .

Desde su 'retiro' estadounidense, Bolsonaro ha tardado varias horas en reaccionar -de forma tibia- al ataque a la democracia que ha supuesto el asalto del Congreso, la sede del Tribunal Supremo y el edifico de la Presidencia. «Las manifestaciones pacíficas, dentro de la ley, son parte de la democracia. Sin embargo, el vandalismo y las invasiones de edificios públicos como las ocurridas hoy, así como las practicadas por la izquierda en 2013 y 2017, escapan a la regla». Así ha resumido Bolsonaro su posición sobre la violenta toma de la instituciones brasileñas por parte de miles de sus seguidores más extremistas. Lo ha hecho sin prisa alguna, horas después de iniciarse los incidentes. La tibia respuesta de Bolsonaro, difundida en sus redes sociales desde Florida, donde se encuentra desde el 30 de diciembre, contrasta con la dura reacción de los gobiernos de América Latina y de otros países, como Estados Unidos, cuyo presidente, Joe Biden, ha calificado de «indignantes» los disturbios y condenado el «asalto a la democracia en Brasil».

Cuando todo el mundo miraba hacia el exmandatario ultraderechista en busca de su reacción al grave episodio vivido por los poderes de su país, éste no ha defraudado. Al menos, a sus simpatizantes tradicionales. Bolsonaro se ha limitado a condenar los «saqueos e invasiones de edificios públicos», pero no la raíz de este desmesurado episodio de violencia que la mayoría del arco político y social califica de intento de golpe de Estado. En este primer mensaje, su principal crítica se ha dirigido a su rival electoral y actual jefe de Gobierno, Luiz Inácio da Silva, quien ha acusado a su predecesor de «estimular» actos como los padecidos por el Congreso, el Palacio presidencial y el Tribunal Supremo en Brasilia. Bolsonaro afirma que estas imputaciones son «infundadas» y recuerda que durante su mandato «siempre estuve dentro de las cuatro líneas de la Constitución y defendiendo las leyes, la democracia, la transparencia y nuestra sagrada libertad».

El hombre que en septiembre de 2021 exclamo que «sólo Dios me quita del poder» continúa rechazando su derrota en las urnas dos meses después de haber perdido las elecciones presidenciales el 30 de octubre pasado. De forma semejante a su último mensaje, la tibieza ha sido una constante en sus contadas declaraciones durante estos dos meses de transición política. Por ejemplo, instó a levantar los bloqueos de carreteras organizados por sus simpatizantes a renglón seguido de su derrota (desde entonces demandan una intervención militar contra el incipiente Ejecutivo de izquierdas de Lula da Silva), pero alentándoles a llevar sus protestas a otros lugares bajo la convicción de que «las manifestaciones son bienvenidas» y «forman parte del juego democrático». Como ha hecho hoy mismo.

Los medios internacionales, y muy especialmente los estadounidenses, destacan este lunes las similitudes entre el comportamiento de Jair Bolsonaro y el expresidente de EE UU Donald Trump. Los dos obsesionados en negar su pérdida en las elecciones. Los dos empeñados en que han sido desalojados del poder mediante fraudes. Los dos demorándose horas en pedir a sus seguidores el final de la violencia y los disturbios. Porque también se subraya la similitud entre los graves altercados de Brasilia y el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021 con el fin de frustrar la designación presidencial de Joe Biden. Posiblemente, lo más paradójico de todo es que los dos exmandatarios representantes de la derecha más radical se encontraban hoy también en Florida. El antiguo capitan del Ejército brasileño viajó allí el 30 de diciembre para evitar, como ya hiciera su admirado Trump, retirado a su mansión de Mar-a-Lago, el protocolo que le obligaba a estar presente en la toma de posesión de Lula da Silva.

Con sus seguidores en Orlando

Al parecer, Bolsonaro se encuentra alojado en el domicilio de un conocido exluchador de artes marciales mixtas, José Aldo da Silva, retirado recientemente del circuito profesional MMA. Se trata de uno de los numerosos expertos en esta disciplina que han venido mostrando su apoyo al líder ultraderechista durante su pasado mandato. Algunas informaciones aseguran que en Florida se encuentra además el exministro de Justicia, Anderson Torres, sobre el que pesa desde esta noche pasada una orden de arresto de la Procuraduría General de Brasil por su presunta responsabilidad en la organización del asalto a las sedes institucionales. Torres era secretrario de Seguridad en el Distrito Federal de Brasilia.

Todas estas coincidencias han alimentado los rumores sobre la posibilidad de que Bolsonaro viajara a Florida, en un avión de la fuerza aérea brasileña, no solo con la intención de eludir la imposición del fajín presidencial a Lula da Silva, sino de zafarse de cualquier acción legal que pudiera interponerse en su contra una vez desprovisto de la inmunidad como jefe de la nación. Una hipótesis que se ha vuelto muy real en el caso de su referente, Donald Trump, sometido a varias investigaciones judiciales y del propio Congreso de Estados Unidos. Solo en relación a la pandemia (el coronavirus ha matado a casi 700.000 personas en Brasil), una comisión del Senado considera que Bolsonaro y otros 65 altos cargos, entre ellos cuatro ministros, podrían ser acusados de «crímenes contra la humanidad», «infracción de medidas sanitarias» y otros siete delitos por su negacionismo y gestión de la epidemia. Al exmandatario se le ha relacionado asimismo con alguna investigación sobre corrupción.

La última ocasión en que visitó Florida fue en 2020 y entonces sí se alojó en el club de Mar-a-Lago propiedad de Trump. Esta vez no ha hecho declaraciones ni ha trascendido su actividad más allá de la que él o algunos testigos han colgado en las redes sociales. Se le ha visto en compañía de sus seguidores en Orlando. También de compras en un supermercado, comiendo pollo frito en un restaurante de comida rápida y haciéndose selfies con la gente que le paraba por la calle. En este viaje le acompaña su mujer, Michelle, y se espera que se les unan sus dos hijos, si es que no han aterrizado ya en Florida. De momento, Bolsonaro no ha dicho cuándo regresará a Brasil o si piensa hacerlo algún día. La congresista demócrata Alexandria Ocasio-Cortez ha dicho esta noche pasada en Washington: «Estados Unidos debe dejar de otorgar refugio a Bolsonaro en Florida. En realidad, Bolsonaro no tiene estatus de refugiado en Estados Unidos». Por eso, ahora más que nunca, parecen resonar proféticas las palabras que el expresidente brasileño pronunció cuando dijo aquello de que solo el Altísimo le sacará del poder. «Hay tres opciones para mí: la cárcel, la muerte o la victoria».

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios