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La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel EP
La 'ruta 66' de Joe Biden

La 'ruta 66' de Joe Biden

El primer viaje internacional del presidente estadounidense culmina hoy con su encuentro en Ginebra con el presidente ruso Putin

caroline conejero

Miércoles, 16 de junio 2021, 08:09

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Bajo el lema «EEUU está de regreso», el presidente Joe Biden se embarcó la semana pasada en su primer viaje internacional por Europa, que ha incluido cuatro cumbres seguidas y una visita a la reina Isabel II en menos de ocho días. Todo un maratón de reuniones con el G7 en Reino Unido, la cumbre de la OTAN en Bruselas, otra minicumbre con la Unión Europea, y que culmina hoy con su encuentro en Ginebra con el presidente ruso Putin.

Esta pecular 'ruta 66' del mandatario americano le ha acarreado un considerable esfuerzo de relaciones públicas con el objetivo de reparar, tras cuatro años de denigración de Trump, las dañadas relaciones trasatlánticas, y de restituir el liderazgo norteamericano con los socios europeos. El arco principal de la misión de Biden en el G7 y la OTAN ha sido crear unidad y vínculos con los aliados para confrontar la creciente agresividad de Rusia y China. Aun así, gran parte del foco diplomático se ha concentrado en una serie de problemas urgentes exclusivos de nuestro tiempo como el de una economía global golpeada por el Covid-19 y el incesante aumento de los ciberataques provenientes de Rusia contra la infraestructura estadounidense.

Uno de los logros más valiosos de esta semana ha sido el acuerdo entre Washington y Bruselas que pone fin a la disputa de 17 años de los subsidios a Airbus y Boeing, con la suspensión de los aranceles durante cinco años. El acuerdo incluye una mesa de trabajo conjunta para contrarrestar la inversión de China en el sector aeronáutico que refleje los estándares occidentales de competencia leal.

El 'encuentro político del año' corona hoy todo este despliegue diplomático del presidente Biden, que a sus 78 años parece sobrado de vigor para enfrentarse a su homólogo ruso, el escurridizo y difícil de impresionar Vladímir Putin. Una cumbre de gran expectación y bajas expectativas en lo que se refiere a resultados inmediatos, pero que ambos necesitan para descongelar las relaciones bilaterales y avanzar en temas de interés común.

En este encuentro la imagen cuenta tanto como el contenido: se requiere firmeza ante el mundo y cooperación en privado. Y al final, ruedas de prensa por separado. Ambos pondrán las líneas rojas en la mesa. Las de Biden incluyen la interferencia electoral, ciberseguridad, la escalada militar con Ucrania y el trato a los disidentes rusos. Zanahoria y palo: si hay cooperación, acuerdos; si no, sanciones económicas.

Las líneas rojas de Putin: la entrada de Ucrania en la OTAN y los despliegues estadounidenses en la región, además de la «interferencia» occidental en Bielorrusia. Con una recesión económica, el jefe del Kremlin necesita los proyectos de oleoductos del oeste y nuevos acuerdos económicos.

Cuando esta tarde finalice la cumbre de Ginebra, y de vuelta a casa, Biden aterrizará en territorio doméstico para tomar las riendas de varios asuntos que, después de semanas de largo impasse, han tomado por fin tracción en su ausencia. Entre ellos, el líder de la mayoría del Senado, Chuck Schumer, activa hoy el proceso de reconciliación presupuestaria para impulsar el paquete de inversión en infraestructura nacional que incluye planes de familia y empleo. El proceso de reconciliación presupuestaria, que requiere solo una mayoría simple, permitiría que estas medidas pudieran ser aprobadas en julio con el voto mayoritario de los demócratas.

Se trata de una gran inversión económica con la que el Gobierno quiere empezar a sacar a EE UU de la profunda crisis económica provocada por la pandemia. En total, prevé un gasto de 1,9 billones de dólares en diez años –la mayor partida aprobada desde la reconstrucción tras la Segunda Guerra Mundial–, que recaen sobre todo en el estímulo económico para la creación de empleo y la activación de sectores muy perjudicados por la epidemia, además de la protección social de las familias. Presentado hace mes y medio, el plan todavía se debate en el Congreso y no está libre de peligro ya que todavía hay un grupo de veinte legisladores bipartidistas que intentan llegar a un acuerdo sobre el núcleo 'duro' de la propuesta, que incluye aumentar los impuestos a las corporaciones.

Por su parte, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, ha anunciado que la Cámara seguirá adelante con la investigación del asalto al Capitolio del 6 de enero, después del testimonio de varios funcionarios militares y del director del FBI, Christopher Wray, sobre este ataque. Su decisión se produce tras el bloqueo del pasado mes por parte de los republicanos del Senado al proyecto de ley para crear una comisión de investigación. Ahora han aflorado nuevas revelaciones, incluso documentales, que muestran hasta qué punto estaban dispuestos a llegar Donald Trump y altos cargos de su Administración, incluido el jefe de gabinete de la Casa Blanca, Mark Meadows, para mantener el poder y subvertir los resultados de las elecciones en las últimas semanas de su presidencia. Los documentos, hechos públicos el martes por el Comité de Supervisión de la Cámara, exponen los correos electrónicos de Trump entre diciembre de 2020 y principios de enero, en los que presiona a su fiscal general interino para lograr el respaldo a su trama de fraude electoral.

También a su regreso, Biden dará el visto bueno a la primera 'Estrategia Nacional para Contrarrestar el Terrorismo Doméstico', ordenada por el presidente en su primer día en el cargo, y que, tras 100 días de revisión integral, se hizo pública el martes. Se trata del primer plan nacional para contrarrestar lo que la Casa Blanca califica como «la más urgente amenaza terrorista que enfrenta el país en la actualidad», y que engloba evaluaciones previas del fiscal general Merrick Garland, el director del FBI, Christopher Wray, y la comunidad de inteligencia.

También la oposición republicana de Mitch McConnell ha amenazado ya con abrir un nuevo frente en las guerras judiciales que han sacudido al Senado durante décadas con el fin de obstruir la designación de candidatos judiciales de la Administración de Biden. Los republicanos, que, por cierto, han hecho todo lo posible por ignorar las cumbres internacionales del presidente, están molestos por la confirmación desde el Senado de la jueza Ketanji Brown Jackson a la influyente Corte de Apelaciones federal del Circuito del Distrito de Columbia. Este nobramiento sitúa a la jueza afroamericana en primera línea para llenar una posible vacante en el Supremo.

En el frente internacional, la frágil tregua de Gaza fue desafiada anoche con nuevos brotes de violencia ultranacionalista en Jerusalén Este y un nuevo ataque israelí, que inauguran el nuevo Gobierno del conservador Naftali Bennett. Biden, a quien le tomó dos meses llamar a Netanyahu, y solo dos horas al nuevo primer ministro, se enfrenta a su regreso a la Casa Blancia la realidad del nuevo Ejecutivo israelí.

También China realizó anoche un amplio despliegue de fuerzas sobre el espacio aéreo de Taiwán con el envío de 28 aviones, un movimiento que enfatiza para Biden el poder creciente de Pekín en la geoestrategia mundial y un nuevo recordatorio de que un potencial movimiento de anexión de Taiwán podría producirse en cualquier momento.

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