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La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, con el presidente del Consejo, Charles Michel. AFP
La UE apuesta con reservas por mejorar su relación estratégica con Turquía

La UE apuesta con reservas por mejorar su relación estratégica con Turquía

Los líderes cierran filas con Grecia y Chipre al tiempo que promueven el «diálogo constructivo» con Ankara sin descartar medidas sancionadoras

salvador arroyo

Corresponsal. Bruselas

Jueves, 1 de octubre 2020, 21:27

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El debate sobre la situación en el Mediterráneo Oriental capitalizó la primera jornada de la cumbre que los jefes de Estado y de Gobierno celebraron este jueves en Bruselas. Con una semana de retraso, después de que el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, se viese obligado a guardar cuarentena por el positivo en coronavirus de uno de los miembros de su seguridad, los líderes de la UE encaraban una nueva cumbre presencial. A priori mucho menos compleja que la de julio, histórica por duración (más de cuatro días) y empaque (alumbró el Plan de Recuperación post-Covid).

En esta cita extraordinaria el punto conflictivo era Turquía tras un verano en el que sus históricas disputas con Grecia (y también Chipre) alcanzaron una cota preocupante con las prospecciones impulsadas por Ankara para hacerse con toneladas de gas en aguas que Atenas considera de su titularidad. Sanciones sí o no. Esa era la clave fundamental del debate.

Y se complicó. Tanto es así que los otros asuntos de política internacional que figuraban en la agenda quedaron aparcados. Las relaciones con China, el envenenamiento de Alexéi Navalni o Nagorno Karabaj. Se desplazaron por un debate del que debía surgir una declaración equilibrada, abierta al «diálogo y a una relación fructífera con Turquía», explicaban fuentes diplomáticas. Pero que al mismo tiempo reservará una potencial carga de castigo de cara a posibles sorpresas.

El texto tenía que ser equilibrado porque debía aunar el refuerzo de una relación estratégica con Ankara (impulsado por Alemania y respaldado por España) sin desairar a Grecia y Chipre. «Las provocaciones de Turquía ya no pueden ser toleradas», subrayaba el primer ministro de Grecia, Kyriakos Mitsotakis, al tiempo que reclamaba «coraje y sinceridad» para abordar esa nueva relación.

Con todo, Atenas estaba abierto a la negociación. Pero Nicosia había vinculado el 'asunto turco' con la contundente respuesta que desde hace semanas se espera de la UE contra el régimen represivo de Alexánder Lukashenko en Bielorrusia. Sólo levantaría su veto a sancionar al antiguo territorio soviético si se respondía en igual medida contra Turquía.

«La UE debe defender sus derechos soberanos. Al mismo tiempo, el Parlamento Europeo está firmemente convencido de que una solución duradera del conflicto sólo puede lograrse mediante el diálogo entre ambas partes», indicaba el presidente de la Eurocámara, David Sassoli, en su intervención en el arranque del Consejo Europeo. Lo dicho, un punto de equilibrio que obligó a varios retoques de un texto que costó horas cerrar.

La OTAN como mediadora

Apenas una hora antes de arrancar la cumbre, en la sede de la OTAN en Bruselas representantes militares de Grecia y Turquía parecían sellar un pacto de no agresión. O lo que técnicamente se definió como «mecanismo bilateral de eliminación del conflicto». El acuerdo se diseñaba con el objetivo de reducir el riesgo de «incidentes y accidentes» en el Mediterráneo Oriental mediante la creación de una línea directa de comunicación entre Grecia y Turquía para dar salida a potenciales conflictos en el mar o en el espacio aéreo que convierte a la OTAN en mediadora con peso. Su secretario general, Jens Stoltenberg, dio la bienvenida a un mecanismo que «se ha conseguido gracias al compromiso constructivo de Grecia y Turquía, ambos valiosos aliados de la OTAN».

Stoltenberg considera que ayudará «a crear el espacio para que los esfuerzos diplomáticos aborden la disputa subyacente y estamos listos para desarrollarlo aún más». Las conversaciones técnicas militares comenzaron a principios de septiembre y fueron iniciadas por el propio Stoltenberg.

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