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Detención el pasado domingo en La Habana de uno de los manifestantes contra el Gobierno de Miguel Díaz-Canel. AFP
Penurias, represión y silencio en Cuba

Penurias, represión y silencio en Cuba

Las protestas más importantes en la isla en los últimos 30 años se diluyen en un manto de detenciones y cortes de Internet que ahogan las reivindicaciones de los más desfavorecidos

CAROLINE CONEJERO

Sábado, 17 de julio 2021, 23:27

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Volveré a Cuba cuando acabe el comunismo». Cristina regresó a su casa en España unos días antes de que el pasado domingo estallaran en su país las mayores protestas desde 1994 contra el régimen de los herederos del castrismo. Ha vuelto indignada después de malgastar durante los últimos meses horas y horas en colas de madrugada para conseguir alimentos básicos y de pasar penurias para comprar los escasos medicamentos disponibles. «No hay ni aspirinas». Se queja desde la distancia, añorando no poder ayudar a sus compatriotas opositores en sus movilizaciones callejeras, reprimidas de forma contundente y después silenciadas por el Gobierno de Miguel Díaz-Canel, que decidió cortar internet en la isla para minimizar daños a la imagen de su régimen.

Fueron precisamente las redes sociales las que dieron el pasado domingo una dimensión nacional al levantamiento popular. 27 años atrás, durante el conocido como Periodo Especial, las protestas no fueron tan globales. En esta ocasión miles de personas salieron a las calles por todo el país, aunque el epicentro estuvo en Centro Habana y La Habana Vieja. Hubo enfrentamientos con la Policía, pedradas, gritos de «patria y vida» y «abajo la dictadura». En algunos lugares fueron saqueadas tiendas de divisas e incluso se volcaron varios vehículos policiales durante las protestas, absolutamente inéditas en las isla en los últimos 30 años de paulatina descomposición del régimen castrista.

El Gobierno cubano abre la mano a las importaciones de alimentos y medicinas mientras las protestas se extienden por el mundo

Compás de espera

Ante el Capitolio: miles de cubanos se concentraron hace una semana para protestar por la situación que vive la isla.
Ante el Capitolio: miles de cubanos se concentraron hace una semana para protestar por la situación que vive la isla. AFP

Hubo también centenares de detenidos y heridos. Y al menos un fallecido, Diubis Tejada, de 35 años, abatido en Arroyo Naranjo, en la periferia de la capital. Durante esta semana, mientras los familiares de los arrestados se concentraban ante las comisarías reclamando su libertad o al menos saber algo de ellos, miles de fieles al Ejecutivo de Díaz-Canel salían a las calles escoltados por la Policía, muchos palo en mano, intentando demostrar que los gobernantes tienen la situación controlada y que la revuelta de los días anteriores era simplemente un complot de exiliados cubanos en Miami aliados con el Gobierno de Estados Unidos, que habría intensificado su bloqueo para provocar un cambio de régimen en la isla.

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De las movilizaciones poco más se ha vuelto a saber en los últimos días. Sí, de la represión: detención de periodistas -incluida la corresponsal de ABC- y de youtubers; cortes selectivos de Internet; apagones de luz localizados... De la mala evolución de la pandemia en la isla: 6.479 positivos y 67 fallecidos el pasado jueves, nuevo récord. Y también de los intentos del régimen de lavar su imagen: hasta fin de año se permitirá «de forma excepcional» la importación libre de aranceles de alimentos y medicinas a los viajeros que lleguen a la isla.

La pandemia había desatado ya hace meses una tormenta perfecta sobre los intentos de Miguel Díaz-Canel de perpetuar el castrismo. El virus ha reducido drásticamente el turismo, principal fuente de ingresos de la nación: de 4,2 millones de visitantes a solo 1 el pasado año; los gastos sanitarios se han disparado; los cortes de luz se han multiplicado por el deficiente mantenimiento de los equipos ante la falta de divisas en la Administración... Y la gente ha comenzado a pasar hambre, a no tener dinero para comprar alimentos básicos.

Fuerte presencia policial.
Fuerte presencia policial. reuters

«En las tiendas de peso cubano convertible solo venden agua, perro caliente (muy malo) y pollo, y las colas son tremendas, desde la cuatro de la madrugada. Un saco de cemento cuesta el equivalente a 50 dólares. Y la luz ha alcanzado precios estratosféricos. Vivir así es imposible. Estoy totalmente convencida de que esta situación acabará con el régimen», relata Cristina, la cubana recién llegada a España.

Las protestas contra el Gobierno cubano comenzaron ya el pasado 27 de noviembre, cuando decenas de artistas y activistas del Movimiento San Isidro se concentraron frente al Ministerio de Cultura, pertrechados con móviles conectados a internet, en demanda del cese de la censura y de libertad creativa, y acusaron al régimen de arremeter sin tapujos contra la cultura y la disidencia.

LAS CLAVES

  • Escasez «En las tiendas de peso convertible solo venden agua, perro caliente (muy malo) y pollo, y las colas son tremendas»

  • La gran crisis La pandemia ha desatado un tormenta perfecta sobre Cuba: sin los turistas no hay divisas para pagar sanidad y electricidad

En esa concentración denunciaron secuestros y detenciones arbitrarios, cercos policiales, prisión, agresiones físicas, tortura, desapariciones, abuso de mujeres, amenazas, multas, citaciones y cargos falsos. Especialmente en las dos grandes ciudades del país, La Habana y Santiago. Los meses de abril y mayo estuvieron marcados por el acoso de la Seguridad del Estado por medio de cámaras de vigilancia frente a las viviendas de activistas, y la cancelación de líneas telefónicas y de internet, en un intento por controlar lo que al final ha sido imposible de frenar.

Aun así, artistas, periodistas independientes y opositores, cansados del miedo, multiplicaron sus actividades pacíficas con asambleas públicas, instalaciones y un incansable torrente de denuncias a través de las redes sociales. Sólo en mayo se registraron más de 230 protestas en las calles.

José Daniel Ferrer, coordinador general de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) y ex preso político atiende por teléfono a este periódico desde Santiago de Cuba días antes de que comenzaran los cortes de internet. La llegada a Cuba de la red en 2018 ha barrido décadas de mordaza. Ferrer lanza un reto al presidente Miguel Díaz-Canel, delfín de Raúl Castro, al que insta a convocar elecciones libres. «Rectifique y ponga fin a la represión, antes de que se acabe el tiempo y le juzgue la historia».

Quince huelgas de hambre

Él fue uno de los 75 disidentes políticos encarcelados durante la Primavera Negra de 2003 en Cuba. Como opositor, ha sobrevivido a numerosas detenciones, dos sentencias en prisión, torturas, asaltos, golpes, confinamiento solitario, y quince huelgas de hambre. La más reciente, una colectiva de 60 personas que tuvo lugar en abril después de que la Seguridad del Estado le cerrara la clínica que dirige junto a su esposa, la doctora Nelva Ortega Tamayo, que suministra alimentos y servicios médicos a ancianos que viven en la precariedad.

Ferrer fue uno de los últimos en ser liberado tras cumplir ocho años de cárcel de una condena de 25 y otra de pena de muerte. Cuarenta de los 75 presos aceptaron exiliarse a España con sus familias. «En 2010 quedábamos 52 de ese grupo, porque el gobierno continuaba proponiéndonos la libertad a cambio de que abandonásemos el país, y nosotros nos negábamos a irnos», recuerda el disidente político.

Desde Santiago de Cuba, Ferrer devuelve al régimen el hostigamiento del que ha sido objeto los últimos 20 años. «El momento es especialmente crítico con el turismo suspendido por la pandemia, uno de los ingresos primordiales del gobierno. También están parados los envíos de ayuda a los que tienen familiares en Cuba». «Hay una epidemia de sarna y no hay suficiente atención médica ni para los contagiados por Covid», señala Ferrer, que denuncia el envío de personal sanitario fuera para generar ingresos mientras en Cuba faltan médicos y solo quedan estudiantes o recién graduados sin experiencia para atender las necesidades de la población.

«Con la eliminación oficial del dólar -continua Ferrer- ahora hay que tener una cuenta de banco respaldada con moneda internacional, en divisas. Las tiendas internacionales son para los ricos y el nivel de corrupción es alarmante. No hay ningún embargo, las importaciones de comida entran en Cuba constantemente como demuestra la invasión de pollo de EE UU, que sin embargo solo se puede comprar en las tiendas internacionales. Los precios han subido de forma preocupante: 1 libra de carne costaba antes entre 20 y 30 pesos cubanos. El cerdo sube ahora por semana hasta 130 pesos la libra. No hay más embargo que el que impone el gobierno a la ciudadanía», sostiene Ferrer.

«Cada vez más espacio»

«La pobreza es una forma de control», señala Luis Manuel Otero Alcántara una de las figuras más visibles del grupo miembros de la cultura del Movimiento San Isidro. Para el artista el régimen se encuentra en una encrucijada ante el ascenso de la oposición y su incapacidad para ofrecer soluciones a la grave crisis política y económica que atraviesa el país. «La sociedad civil está tomando cada vez más espacio y va a llegar un momento en que al régimen no va a tener más remedio que negociar. Es una cuestión de tiempo», señala.

La diáspora de 3 millones cubanos se ha puesto en pie y, al amparo de las libertades democráticas de las que disfrutan en el extranjero, pide a los países de acogida que actúen para meter presión al régimen. Lo hace estos días con numerosas manifestaciones ante las embajadas cubanas en sus países de acogida. Una tenaza que aprieta desde la isla -donde viven 11 millones de cubanos- y el extranjero, que acercan posturas como no lo habían hecho en 60 años de dictadura, en demanda de cambios y democracia. El pulso está echado y lo que tenga que pasar con Cuba, será obra de los cubanos. Aunque desde fuera dé la impresión de que el régimen de Díaz-Canel tiene un férreo control sobre la isla.

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