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El líder de la Agrupación Nacional Independiente (RNI), Aziz Ajanuch, celebra su triunfo en las elecciones de Marruecos. AFP
El islamismo político marroquí se desploma en las elecciones legislativas

El islamismo político marroquí se desploma en las elecciones legislativas

El PJD pasa al octavo puesto en el Parlamento tras diez años en el poder, fruto de la decepción popular por su gestión y la falta de reformas

Gerardo Elorriaga

Jueves, 9 de septiembre 2021, 08:57

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El islamismo político ha sufrido una derrota sustancial en las elecciones legislativas de Marruecos, celebradas el pasado miércoles. Tras diez años en el poder, el confesional Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD) ha pasado de contar 125 escaños a retener tan sólo 12, y de ser la primera fuerza parlamentaria a situarse en el puesto octavo. Esta debacle, que llevó este jueves a dimitir a toda la cúpula de la formación, resulta mucho más sorprendente que la victoria del liberal Reagrupamiento Nacional Independiente (RNI) de Aziz Ajanuch, con 102 de las 395 bancadas de la Cámara de Representantes. El fracaso alcanza al secretario general Saâd-Eddine El Othmani y jefe de Gobierno saliente, que no logró revalidar su asiento.

Los intereses del Majzén, la elite en torno al rey Mohamed VI, han sido teóricamente beneficiados por la victoria de Ajanuch, y el segundo puesto obtenido por el Partido Autenticidad y Modernidad (PAM), que posee 87 asientos tras perder más de 40 respecto a los comicios anteriores. Pero la búsqueda de mayorías se antoja complicada en el fragmentado escenario político del país vecino, con un abanico que comprende desde los partidos religiosos a la extrema izquierda. Las previsiones apuntan que el socio necesario será el nacionalista Istiqlal, formación histórica de cariz nacionalista, que ha ascendido de 46 a 78 puestos.

Los perdedores han achacado a irregularidades y compras de voto unos resultados que agravan incluso las peores previsiones recogidas por las encuestas. «El electorado ha enviado al PJD al rincón de pensar», asegura Mohamed Fuad Amrani, director de la ONG Asociación Tetuaní de Iniciativas Sociolaborales, ONG que trabaja contra el abandono escolar en el norte del país. A su juicio, los islamistas resultaron beneficiados por la apertura democrática, fruto de la Primavera de 2011. El monarca respondió al envite con una nueva Constitución que otorgaba mayores poderes a los partidos y el Parlamento. «Ellos llegaron con las credenciales de independencia de los poderes fácticos, un contrapoder que podía dinamizar las necesarias reformas».

La decepción provocada por su gestión, según esta teoría, los ha privado del voto prestado, procedente de la izquierda y otros sectores. «Se ha mostrado muy dócil y ha priorizado las cuestiones ideológicas sobre las económicas, agudizadas por la recesión global y la crisis de la covid-19». El PJD ha seguido el dictado del monarca y ha sido fiel a su alineación con Occidente y EE UU, o al reconocimiento del Estado de Israel.

Crecimiento económico

La economía marroquí volverá a crecer este año tras la contracción del 2020. Las estimaciones hablan de un 4,4% y ello se vincula a apuestas tan ambiciosas como Tánger-Med, que aspira a ser la primera infraestructura portuaria del Mediterráneo, la industria textil y automotriz, o la agricultura comercial. Pero este desarrollo, que la ha convertido en un país emergente, no se ha traducido en un significativo incremento del nivel de vida de su población. El reino alauí es el cuarto Estado africano por el número de sus millonarios, pero el 45% de sus ciudadanos se considera pobre y el desempleo juvenil afecta a mano de obra sin instrucción y a personal cualificado. «Somos capaces de generar riqueza, pero no de repartirla equitativamente proporcionando servicios públicos de educación y sanidad», lamenta Fuad. «El PJD tenía esa misión y se ha perdido en otros asuntos».

El futuro del islamismo es una incógnita. Justicia y Desarrollo constituye su principal representante en la escena política, aunque existe otra facción, Justicia y Espiritualidad, tolerada, pero no legalizada, de amplia raigambre. Ambos se inspiran en el credo del egipcio Sayyid Qutb, uno de los inspiradores de los Hermanos Musulmanes. «No creo que se produzca una fragmentación, en realidad, trabajan conjuntamente, uno en el ámbito oficial y otra desde la movilización de las bases y la agitación en el espacio público», alega. En cualquier caso, el proceso político marroquí, absolutamente peculiar por el perfil religioso y político del monarca, no parece hoy en riesgo de descarrilamiento tal y como sucede en Argelia o Túnez.

La segunda fortuna del reino

Tan sólo el rey Mohamed VI puede hacer una ligera sombra a Aziz Ajanuch, de 60 años, la segunda fortuna de Marruecos y la duodécima de África, con un volumen cercano a los 1.700 millones de euros. El líder de Reagrupamiento Nacional Independiente (RNI) y vencedor en las últimas elecciones es todo un paradigma del triunfador.

Los avales son diversos. Como empresario de éxito, puede hacer gala del éxito de su holding Al Akwa, con firmas en el ámbito del petróleo, el gas, el turismo y las telecomunicaciones, 500 estaciones de servicio y más de 10.000 empleados. No está solo. Salwa Idrissi, su mujer, posee otro conglomerado en el que se incluyen varias franquicias de moda, caso de la española Zara.

Este poderoso tecnócrata, formado en Canadá, afronta el relevo del islamismo con el que ha colaborado como ministro de Agricultura y Pesca. El negociador de los acuerdos con el gobierno de Madrid ha destacado en la dirección de un sector clave de la economía, pero ahora el reto es mucho mayor. En principio, parece que puede contar con el favor real, dadas su amistad personal e intereses comunes. En Marruecos, la relación entre el partido gobernante y el rey y Comendador de los Creyentes resulta una cuestión esencial de la vida política.

Washington y Bruselas pueden comunicarse bien con este liberal, pero las suspicacias pueden saltar en su gestión de la esfera pública, que parece difícil de deslindar de la relacionada con la privada. Quizás, esa peligrosa intersección se puede convertir en su talón de Aquiles, sobre todo en un país donde los medios de comunicación ejercen una crítica cada vez más acerada de su elite dirigente y la población reclama honestidad y desarrollo.

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